Muchos dicen de ella que es el testimonio inicial del neorrealismo italiano, esa corriente fundamental para el desarrollo del cine europeo posterior a la II Guerra Mundial. Sea así o no, lo que es evidente es que esta película de 1942 es una de las cintas que inauguran un nuevo modo de hacer cine alejado del clasicismo hollywoodiense a través de unos retratos secos de la compleja sociedad europea de mitad de siglo. El estilo narrativo, las interpretaciones, la fotografía y la temática caminan en un rumbo novedoso que tanto éxito tendría en años posteriores.
Visconti debutaba tras la cámara tras ser ayudante de Jean Renoir. Escogió para ello la adaptación de la novela de James M. Cain El cartero siempre llama dos veces. No se pagó derechos por ello y esa fue la razón de que no se estrenase en Estados Unidos hasta 1976. Visconti, de 36 años, acertó de pleno con una historia turbia, de pasiones encontradas, personajes contradictorios y oscuros y destinos trágicos. Y todo ello lo situó en la Italia contemporánea, con el fin de dar rienda suelta a las posibilidades plásticas de un ambiente deprimido, sucio, polvoriento y sudoroso.
Massimo Girotto es el protagonista de la historia. Este actor de ruda apariencia pero de mirada frágil tiene un gran parecido con Anatoli Solonitsyn, el actor fetiche de Tarkovski, protagonista de nuestra primera ópera prima. Llega a un hotel-restaurante donde se encuentra con su locuaz propietario y su sensual mujer. Clara Calamai ofrece algo de comer al recién llegado… La historia que ya conocemos.
Visconti trató de sortear la censura de la época acudiendo a la sugerencia para mostrar la tensión sexual que pronto se establece entre ambos. Un bala perdida y una ex prostituta cuyos destinos se cruzan. Pero hay un problema que deben solucionar. Tras el planteamiento inicial se desarrolla una historia cruda e impactante con el sello innegable del neorrealismo italiano.
A destacar también el papel de algunos secundarios como El español que ofrece al protagonista valiosos consejos antes de que se asome al abismo. Y, también, la fotografía del célebre Aldo Tonti y la presencia en el guión, no acreditada oficialmente, del famoso escritor Alberto Moravia. En suma, Obsesión es una cinta seminal, no solo del cine italiano, sino de todo el cine europeo posterior a la II Guerra Mundial.