Cine y literatura: “La Bella y la Bestia” de Jean Cocteau

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Jean Cocteau fue uno de los grandes exponentes de esta estrecha relación que existe entre el cine y la literatura. Novelista, poeta, pintor, guionista y director, Cocteau encarnó la figura del artista total durante varias décadas del siglo XX. Uno de sus trabajos cinematográficos más celebrados fue La Bella y la Bestia de 1946. Basada en el popular cuento de hadas, especialmente en la versión de Leprince de Beaumont, Cocteau tejió un fascinante testimonio visual del romanticismo más visceral.

Apoyado en la vigorosa figura de Jean Marais, pareja del director durante muchos años, en el papel de la Bestia, el cineasta francés puso todo su empeño en crear un mundo de ensueño donde situar la mágica historia. Para ello, puso en imágenes el complejo universo estético que tanta le fascinaba. Referencias clásicas junto con elementos surrealistas y un gran peso de la imaginería romántica. Una especie de horror vacui estético que puede fatigar a algunos espectadores.

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Y es que el cine ha cambiado mucho en 70 años y por aquellos tiempos no existían los efectos digitales. Cocteau, con el apoyo de decoradores, encargados de vestuario o estilistas trabajó mucho la puesta en escena que sorprende, especialmente, en la mansión donde brazos humanos, por ejemplo, sostienen los candelabros.  La poderosa imaginación de Cocteau encontró en esta historia una excusa para ponerse a prueba. El resultado fue una película extravagante e inimitable.

A Cocteau no le temblaba el pulso a la hora de ceder ante el poder de su intuición y, tal vez por ello, su cine resulte a estas alturas algo chocante. Sus películas no son, precisamente, un elogio a la sencillez y la economía de medios. Pero con cintas como La Bella y la Bestia entró por méritos propios en la historia del cine al mostrar un tipo de representación cinematográfica genuina y única.

El artista francés rodaría más tarde Los padres terribles y Orfeo, otras dos obras con gran repercusión y colaboraría en el guión de Los niños terribles, dirigida por Melville, joven director que mantuvo viva la llama del estilo Cocteau añadiéndolo interesantes elementos nuevos.