Estos días, las borracheras y sus correspondientes resacas están de actualidad gracias a la tercera parte de la saga Resacón. Así que es una buena oportunidad para pasar revista a la historia del cine y recordar monumentales melopeas e intoxicaciones mayúsculas fijadas en celuloide. Os dejamos con las cinco elegidas para esta primera parte.
Half Nelson (Ryan Fleck, 2006): Un profesor de historia de instituto, treintañero, guapo y sin ataduras trata de cultivar a sus alumnos con una forma de enseñanza dinámica y cool. Pero cuando todos se van a casa él se cuela en los vestuarios, cierra la puerta del baño y se mete un buen viaje de crack. Así es la vida de Ryan Gosling en Half Nelson, cinta que le valió la nominación a mejor actor en los Oscar.
En Half Nelson hay colocones notables. Especialmente el que abre y cierra la película. Una de las mejores escenas de la cinta se produce tras el encuentro del protagonista con su familia. Pero además de crack, Half Nelson es una interesante reflexión sobre la felicidad y el tedio. En un tiempo en el que tener trabajo se ha convertido en un tesoro, esta película aporta una visión diferente acerca de los habituales objetivos del ser humano actual (trabajo-casa-coche-mujer/hombre-hijo-perro-jardín).
La gata sobre el tejado de zinc (Richard Brooks, 1958): ¿Hay alguna escena en la que Paul Newman suelte el vaso de whisky? Pocas veces en la historia del cine hemos visto a un personaje empinar el codo tan alegremente y seguir manteniendo la cordura. Es el sueño del bebedor. La gata sobre el tejado de zinc es una de las mejores películas de su época y una celebrada adaptación del clásico de la literatura de Tennessee Williams.
El personaje de Newman se engancha a una botella de alcohol para superar su convalecencia física, multiplicar su cinismo y soportar a Elisabeth Taylor. No solo debemos respetar a Brick Pollit por su aguante, sino también por su capacidad para rehuir durante casi todo el metraje las insinuaciones de una bellísima Elisabeth Taylor. Impresionante.
Trainspotting (Danny Boyle, 1996): Poco se puede aportar sobre esta cinta mítica de los colocones. Mientras se prepara la segunda parte, solo nos queda recordar a Renton bucear en el váter más cochambroso de Escocia buscando un supositorio de opio. Son cosas del mono. Pero además de opiáceos varios, el personaje de Robert Carlyle aportaba la versión clásica: solo alcohol, pero en cantidades industriales. Y darse de hostias en los bares…
Trainspotting nos regala también una de las curas de desintoxicación más famosas de la historia con bebés ingrávidos y mucho sudor. Pero esconde, a su vez, una historia trágica que avisa a navegantes. La del amigo que pasa de la heroína en un principio y termina… como termina.
Hurlyburly (Anthony Drazan, 1998): Y de la heroína pasamos a la cocaína. Nos trasladamos del váter más sucio de Escocia a las lujosas mansiones de Hollywood. Sean Penn, Kevin Spacey, Robin Wright, Meg Ryan y Anna Paquin protagonizan una alocada comedia basada en una exitosa obra de teatro. Si Newman en La gata sobre el tejado de zinc está en el Top Three de bebedores, lo mismo cabría decir del personaje de Penn en Hurlyburly en el Top de las aspiradoras.
Impresionante papel el del actor norteamericano que fue reconocido en el festival de Venecia como mejor actor. El personaje de Penn, productor de Hollywood, se levanta un día por la mañana y empieza el festín… Una cinta de diálogo continuo y complejo con grandes dosis de acidez. No hay ningún sentimiento de culpa, ni remordimiento. Se levantan, se meten, van a trabajar, se meten, hablan de la vida, discuten sobre mujeres, se meten, y tal vez, al final, duerman un poco.
Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000): Película amada y odiada, como su director, Réquiem por un sueño se convirtió en cinta de culto para toda una generación. Jared Leto, Jennifer Connelly y Marlon Wayans de dedicaban a empeñar televisores para pagarse la dosis, mientras la madre de Leto inicia una cura de adelgazamiento de terribles consecuencias. Una cinta dura, algo exagerada a nivel estético o musical, pero con fuerza en gran parte del metraje.
Los viajes de sus tres protagonistas son contundentes y les hacen pasar un buen rato hasta que la cosa se les va de las manos y empiezan a desvanecerse. La otra cara de la moneda de Hurlyburly.
y miedo y asco en las vegas?
Y Leaving Las Vegas?
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