Una vez terminada la temporada de premios y, por consiguiente, la época de los grandes estrenos cinematográficos del año, quedan dos opciones: o bien sucumbir ante la oleada de blockbusters que se nos ofrecen semanalmente, o pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, aprovechando que esas magníficas películas empiezan a llegarnos en DVD. En esta ocasión es el turno de una de las cintas de la temporada, como es “Los Miserables”. Tras convertirse en un clamoroso éxito de taquilla y alzarse con algunos de los premios más importantes del año (con tres Oscar y tres Globos de Oro incluidos), la cinta de Tom Hooper sigue, no obstante, si poner de acuerdo a la crítica. Se trata de una cuestión bastante curiosa. Mientras un sector de la crítica la considera una de las mejores películas del año (si no la mejor), otro grupo no menos numeroso la califica habitualmente de patraña, centrando sus iras en una realización equivocada y un montaje horrendo. En cualquier caso, con este análisis de la obra, trataremos de arrojar un poco de luz sobre los motivos en que pueden sustentarse una u otra opinión.
Tom Hooper es un director interesante. Para muchos supuso una verdadera afrenta que se llevase el Premio de la Academia al Mejor Director hace dos años por “El Discurso del Rey”, dejando en la cuneta al mismísimo David Fincher, pero no se equivoquen. Probablemente Hooper sea uno de los mejores realizadores de la actualidad, además de tener por delante un interesantísimo futuro. Como se suele decir, “el movimiento se demuestra andando” y Hooper demuestra unos andares de primera cada vez que se pone tras las cámaras.
Tras su paso por la televisión y, concretamente, con la dirección de “John Adams”, el director británico empezaba a dar muestras de que su manera de hacer cine no solo consistía en dejar la cámara “tirada” en cualquier punto. Hooper aplica un particular estilo, donde la planificación carece de límites y tabúes. En sus obras la cámara es un personaje más cargado de emociones y sentimientos. La soledad, la alegría, la violencia… todo cobra sentido más allá de las normas básicas de la realización. No importa que la historia verse sobre un entrenador de fútbol (“The Dammed United”), sobre un rey tartamudo (“El discurso del Rey”) o, como es el caso, sobre el ex presidiario más famoso de la historia de la literatura: Jean Valjean. Nadie le marca la normas. Hooper mira cara a cara a la historia y la historia misma le pide los planos oportunos. Esto puede ser una molestia para muchos, pero otros nos sentimos profundamente agradecidos de que existan directores capaces de sorprendernos en cada película y de arriesgar.
“Los Miserables” nos presenta una acertada adaptación del musical que lleva conquistando los corazones de medio mundo desde su estreno en París hace más de tres décadas. Musical basado, a su vez, en la magnífica novela del poeta y escritor francés Victor Hugo. Estamos en pleno siglo XIX y Francia vive momentos convulsos. Mientras la sombra de una nueva revolución se cierne sobre el país, el ex presidiario Jean Valjean (Hugh Jackman) decide saltarse la condicional en la búsqueda de una oportunidad para reconducir su desdichada vida. Lo que ocurre es que el policía Javert (Russell Crowe) no está dispuesto a olvidar al único hombre que ha conseguido escapar de sus garras y no descansará aunque tenga que buscarlo en el mismísimo infierno. La vida de Valjean cambiará radicalmente cuando decide hacerse cargo de Cosette, la pequeña hija de Fantine (Anne Hathaway). Desde ese momento, la protección y felicidad de Cosette se convertirán en su única obsesión.
Con un material original de tantos quilates, una banda sonora tan poderosa y una dirección atrevida, “Los Miserables” se convierte en un ejercicio cinematográfico de hermosura desmedida. La emociones fluyen al ritmo de piezas musicales capaces de mantener el vello de punta de principio a fin de la cinta. Así mismo, un maravilloso plantel de actores logran dar vida de manera casi poética a los míticos personajes de la obra de Victor Hugo. Un gigantesco Hugh Jackman se encarga de construir al mejor Valjean que se haya visto en una pantalla de cine, pero el plato fuerte se lo reserva Anne Hathaway, brindándonos una interpretación que se grabará a fuego en sus retinas y en sus corazones para los restos. Su Fantine adquiere tal carga emocional que por momentos nos hace sentir tan desdichados como la propia joven. Acertadas actuaciones de Eddie Redmayne, Amanda Seyfrid, de la debutante Samantha Barks y de un Russell Crowe que, a pesar de verse más incómodo en el género que sus compañeros, logra levantar a un Javert a la altura del resto de la cinta.
“Los Miserables” es un musical. Puede que a los detractores del género esto les genere cierto rechazo, pero no se equivoquen. Aquí se canta durante el noventa y cinco por ciento del metraje, lo que lejos de suponer un handicap, ayuda a entrar mejor en la trama. La trama no se detiene para que los personajes canten, sino que las piezas musicales impulsan la historia.
Llegados a este punto no hace falta aclarar que el aquí firmante es uno de esos que ha caído rendido a los pies de “Los Miserables”, lo que no es poco decir, ya que he de confesarme poco amigo del género musical. Hermosa, cautivadora, elegante y atrevida, “Los Miserables” se convierte por méritos propios en nuestro DVD de la semana.
No se me olvidará la interpretación de Anne Hathaway de I dreamed a dream en mucho tiempo. Todavía se me forma un nudo en la garganta. Se comenta que la película abusa de los primeros planos, puede que así sea en ocasiones, pero el tema tiene una gran carga dramática y es un recurso para hacernos llegar a la intensidad de las emociones. Para mí, algunos planos de la película son verdaderas obras de arte por su impacto visual y composición. No pasa desapercibida, no. A ver qué tal se aprecia en DVD