Selección Alucine: 5 películas clave de F.W. Murnau

“No actúes, piensa”. Era una de las frases que se podían  escuchar en el set de rodaje de una película de F.W. Murnau (1888-1931). El cineasta germano es una de las figuras fundamentales de los inicios del cine y queremos rendirle un pequeño tributo con la selección de 5 de sus mejores películas.

Es común que el cine silente o mudo sea de difícil digestión para el espectador actual. Y es lógico. Como hemos comentado en otras ocasiones, muchas películas del cine mudo no deben ser valoradas más allá de ser un testimonio de los inicios el cine. O dicho de otra forma, muchas películas mudas son malas. Pero su baja calidad es justificable, en parte, por el hecho de ser un arte novedoso que aun no estaba dominado ni técnica, ni narrativamente.

Sin embargo, Murnau, como otros directores de su época, logra crear películas divertidas, innovadoras desde el punto de vista narrativo y estético y de gran profundidad intelectual.

Nosferatu (1922). El cineasta alemán llevó a la gran pantalla el mito de Drácula, pero tuvo que cambiar algunos detalles, entre ellos el título, tras la demanda de los herederos de Bram Stoker. Casi mejor. Nosferatu es una leyenda del cine de todos los tiempos, empezando por su actor principal, el extravagante Max Schreck. Murnau saca todo el jugo al apartado técnico creando imágenes impactantes que hoy en día forman parte del imaginario colectivo.

Como otros directores alemanes de su época, toma elementos del expresionismo pictórico, de gran pujanza en el país germano en aquella época, y los incorpora al diseño de vestuario y los decorados. Casi 90 años han pasado y algunas de sus imágenes aun estremecen. Coppola le rindió homenaje en su Drácula.

El último (1924). Murnau demuestra que es un director versátil, cambiando de registro con esta historia protagonizada por el mítico Emmil Jannings, actor que fue algo más que una estrella en la década de los 20. (Hace acto de presencia en Malditos Bastardos de Tarantino, por ejemplo). Jannings es un anciano portero de hotel que sufre una gran decepción cuando le cambian de puesto.

El último ha sido interpretada, incluso, como una cinta anti-capitalista, y es evidente que posee fuertes implicaciones sociales, pero presentadas con elegancia. A nivel técnico, Murnau empieza a explotar los movimientos de cámara lo que abrirá inmensas posibilidades al cine.

Fausto (1926). Última película antes de acudir a Hollywood y, tal vez, la más potente a nivel estético y de ritmo narrativo. Murnau, muy seguro de sus dotes técnicas y artísticas, adapta el clásico de la literatura de Goethe, de nuevo con Emmil Jannings y una joven y bella Camilla Horn.

Visualmente deliciosa, Fausto  exhibe la capacidad de Murnau para contar historias con una cámara. Es decir, hacer cine. Tal vez sea una de las películas mudas que menos ha envejecido y de más fácil visionado para el espectador actual, gracias a su ritmo narrativo y lo sugestivo de sus imágenes.

Amanecer (1927). Murnau llega a Hollywood tras haber sido reclutado por William Fox. Con esta productora trabajará desde su llegada en un proyecto que se convertirá en una joya del cine todos los tiempos. Amanecer es la precisa combinación de expresionismo alemán, elegancia europea y melodrama hollywoodiense de alta calidad. Un cruce irrepetible que solo se podía dar de la mano de Murnau y sus colaboradores. Carl Mayer, guionista fundamental de la Alemania de los años 20, escribió el guión, y junto a él estuvo parte del equipo técnico habitual de Murnau.

Amanecer fue muy bien recibida por la crítica y se llevó varios Oscars en la primera edición de estos premios. Es muy probable que el final de la película que conocemos no fuese concebido así, pero aquello era Hollywood. Amanecer combina romanticismo, con terror, drama e incluso comedia en una película que supera todos los géneros.

Tabú (1931): Murnau abandona Hollywood por un tiempo ante la llegada del sonoro y crea una cinta rompedora, casi un documental, al lado de Robert Flaherty, el cual finalmente abandonó el proyecto. El director alemán se va a Bora Bora y cambia completamente de registro en esta película vitalista rodada con muchos exteriores y sin apenas guión. A la postre, fue el último proyecto de Murnau que moría poco más tarde en un accidente de coche a los 43 años.