Crítica: “Rush”

Lauda

Lauda

“La felicidad es tu enemigo. Te debilita. Te hace dudar porque tienes algo que perder”. Es una de las reflexiones más sustanciosas de Niki Lauda en Rush, la nueva película de Ron Howard que está conquistando a los espectadores de todo el mundo. Narra la rivalidad entre el piloto austriaco 3 veces campeón del mundo de Fórmula 1 (1975, 1977 y 1984) y el díscolo James Hunt campeón en 1976. Una rivalidad de histórica que esta película transforma en leyenda.

Buena parte de la crítica se ha apresurado a catalogar esta cinta como la mejor de Ron Howard. Pero, ¿qué ha hecho hasta ahora? Howard saltó a la fama como actor en la serie Happy Days de la televisión norteamericana, una sitcom muy popular durante los años 70 que recreaba los días felices de finales de los 50 y primeros 60. Es posible que algunos la recordéis de alguna reposición o de las continuas referencias a Fonzie, el personaje más popular de la serie, en Padre de Familia, por ejemplo.

Howard también intervino como protagonista en la legendaria American Graffiti de George Lucas, con un papel muy similar al de Happy Days. Y el actor se lanzó a la dirección a finales de los 70 acumulando a estas alturas más 30 títulos entre los que destacan Cocoon, Willow, Un horizonte muy lejano, Apolo XIII, Una mente maravillosa o El código Da Vinci.

Hunt

Hunt

Howard siempre ha tenido una facilidad para crear títulos comerciales con una sensibilidad que le acerca al peor Spielberg. Nos explicamos. Su estilo encaja la perfección en la tendencia blockbuster que inauguró de alguna forma su colega con Tiburón. Aquella cinta fue un éxito apoteósico y enseñó el camino a algunos jóvenes cineastas estadounidenses. Entretenimiento sencillo (o simple), espectacularidad, cierto tono infantil, sensibilizar al espectador con recursos de trazo grueso, etc. En suma, cine eficaz desde el punto de vista comercial, para todos los públicos y en ocasiones (no demasiadas) valorable artísticamente.

Rush no es ninguna revolución en el cine de Howard. Utiliza los recursos de siempre: buen diseño de producción, combinación de drama y humor, tendencia hacia el sensacionalismo y/o efectismo, música constante para remarcar emociones, etc. Hollywood, en suma. La diferencia con otras películas de Howard es que Rush saca todo el jugo a una historia real fascinante más allá de los auto homenajes a la patria tipo Apollo XIII. Y es ahí donde podemos extraer lo mejor de esta película.

La Fórmula 1 es un deporte de gran calado en Europa y por ello nos sentimos más cercanos a Rush que a otros proyectos del director de Oklahoma. La categoría reina del motor ha vivido un boom espectacular en España con la llegada de Fernando Alonso, pero los aficionados más antiguos ya seguían con entusiasmo las andanzas de Senna, Prost y compañía. Pero a mediados de los 70, la rivalidad Lauda-Hunt marcó una época…

Lauda-Hunt

Lauda-Hunt

Rush se inicia con una rápida introducción, efectista a más no poder, de los pilotos protagonistas. Nos quiere explicar de forma atropellada cuál es el carácter y el origen de la rivalidad entre Hunt y Lauda. Y fruncimos un poco el ceño… Otra ‘Howarada’… Pero la película avanza, introduce elementos dramáticos y empieza a funcionar. Y a mitad de metraje ya nos tiene ganados. Asistimos a las primeras vueltas de Lauda en su Ferrari, la búsqueda de coche por parte de Hunt, la graciosa escena de los italianos excitados a bordo de un coche pilotado por Niki. Y llega el accidente…

Las últimas carreras del campeonato de 1976 nos obligan a ponernos el cinturón de seguridad. Rush crece  y nuestro entusiasmo también. ¿La mejor película de Howard? Con Willow, tal vez. Pero en el anticlímax de la cinta, con el encuentro de Hunt y Lauda en el aeropuerto de Bolonia, volvemos apreciar la mano menos atinada de Howard. Un cierre espectacular, pero efectista. A pesar de ello, nos levantamos de la butaca satisfechos. Rush supone dos horas entretenidas, por momentos emocionantes, de cine made in Hollywood.

Lo Mejor: entretenida. Gran trabajo de Daniel Brühl como Lauda. Entusiasmará a muchos aficionados al motor.

Lo Peor: Howard es incapaz de abandonar los recursos candorosamente efectistas clásicos de su cine.