La industria cinematográfica francesa es una de las más poderosas de Europa, muy por encima de la española, por ejemplo. Gracias a esta capacidad de producción todos los años se estrenan una gran cantidad de títulos. Hay donde elegir. Y el cine francés también necesita proyectos comerciales dirigidos a un público joven. París a toda costa es una de esas películas ligeras (ligerísima) enfocadas a un espectador joven no muy exigente y con ganas de pasar un buen rato. Y a la media hora, olvidar lo que ha visto.
Reem Kherici escribe, dirige y protagoniza París a toda costa. No sabemos muy bien cómo se las ha arreglado esta joven actriz de 31 años y origen tunecino para encontrar financiación para este proyecto. No tenía experiencia como guionista ni directora y apenas un puñado de películas como intérprete (entre ellas, Colombiana). Sea como fuere, París a toda costa se inspira en su propia historia.
Maya es una joven diseñadora que trabaja en el estudio de un importante y altivo diseñador, personaje interpretado por Stéphane Rousseau, pareja de la directora en la vida real. Se encuentra en un momento clave de su carrera con la posibilidad abierta de ser ascendida. Pero Maya, que lleva diez años en París, es deportada a Marruecos. No renovó su permiso de residencia… La protagonista debe pasar unos días en la casa de su familia, con un padre que no le dirige la palabra.
Según ha confesado Kherici en alguna entrevista ella misma vivió una situación parecida cuando aterrizó en Túnez para pasar unos días. El choque cultural la impresionó. Y su padre tampoco se siente muy orgulloso de su trabajo como actriz… Ahí nace París a toda costa, sustituyendo Túnez por Marruecos.
“La vida me enseña que lo real es mejor que lo falso y lo artificial“, ha dicho Reem Kherici en su paso por España para promocionar la peli. Pues querida Reem, París a toda costa no es vida… Es una adaptación de esa saga de películas tipo Bienvenidos al Sur (o al Norte) y de otras más clásicas. La idea es la misma: una persona cosmopolita se ve obligada a regañadientes a pasar una temporada en un “infierno”… El final con moraleja de estas historias ya lo conocemos. Nada nuevo bajo el sol de Marrakech.
París a toda costa, no obstante, incluye un leve mensaje social. Maya es una parisina que no quiere saber nada de sus raíces culturales, que vive solo para su trabajo. Ni siquiera pisa los suburbios por miedo a encontrarse con inmigrantes… Inmigrantes como ella, pero con menos dinero. Menos fashion. Gracias a su deportación Maya se reencontrará con su cultura…
Kherici demuestra con este guión dominar los parámetros del cine comercial. París a toda costa incorpora bastantes momentos de humor: la pareja amiga de Maya, las superficiales diseñadoras del estudio (entre ellas, la bella Pom Klementieff que apareció en Old Boy), la vida en Marruecos, el taxista… Y luego, el drama ligero: la relación de la protagonista con su familia y los dolorosos recuerdos… Pero Kherici no muestra ninguna ambición. Sus referencias son obvias. Maya es un personaje de Sexo en Nueva York. Y las situaciones humorísticas están tomadas de aquí y de allá. No hay ni un solo elemento original en París a toda costa.
La corta duración de la película tampoco ayuda, hasta el punto de que el conflicto se solventa de un plumazo de forma un tanto absurda. Pero no vamos a pedir peras al olmo… Las intenciones de Reem Kherici eran claras: una comedia ligera de tintes sociales con moraleja. Y ya.
Lo mejor: El taxista. Reem Kherici es… magnética.
Lo peor: Ligerísima. Olvidable.