Hayao Miyazaki se despide con El viento se levanta, un drama histórico ambientado en las primeras décadas de siglo XX en Japón. Durante el Festival de Venecia, el cineasta japonés nacido en Tokio en 1941 anunció que esta sería su última película. Una noticia triste, pero comprensible. Como dice uno de los personajes de The Wind Rises, hay que aprovechar los mejores años de creatividad, y Miyazaki lo ha hecho con creces.
No sabemos si mientras preparaba El viento se levanta, el director japonés ya había tomado una decisión, pero esta película tiene unos matices diferentes al resto de su filmografía. Hay espacio para la fantasía, pero el tono general de la cinta es realista, melancólico. El niño Jiro Horikoshi se despierta en sueños y va al tejado. Allí se monta en una avioneta para surcar los cielos. Pero su sueño no se puede convertir en realidad… Cosas de la miopía. Jiro decide dedicar toda su vida a diseñar aeronaves, como su ídolo Caproni.
A bordo de un tren, camino de la universidad, un terremoto sorprende a Jiro y al resto de pasajeros. Durante ese dramático viaje, el protagonista conoce a Nahoko, con la que se encontrará años más tarde. Iniciarán una historia de amor, marcada por la tragedia. Tragedia que late en toda la cinta: Japón inicia una escalada armamentística que derivará en la invasión de China y otros estados orientales. Y, más tarde, la II Guerra Mundial…
Pero Miyazaki pasa de puntillas por las cuestiones políticas y bélicas que se ocultan en el trasfondo de su relato y decide concentrarse en la historia individual de Jiro: sus fracasos y éxitos laborales, su determinación, sus anhelos, y su amor por Nahoko. De esta forma, la melancolía va creciendo en la película, mientras el espectador deja de soñar y se da de bruces con uno de los sucesos más dramáticos de la historia de la humanidad, que los japoneses vivieron muy de cerca… Demasiado cerca.
Miyazakai no justifica la actuación de su país en los años previos al estallido de la guerra… Pero tampoco hay una condena directa. Jiro y otros personajes de la cinta son conscientes de que su país se dirige al abismo, pero siguen viviendo… Y trabajando. Trabajando en aviones de guerra que tendrán una importancia capital en el desarrollo de la guerra.
Al no tomar partido y centrarse en la historia personal de su protagonista, la película acusa una cierta falta de profundidad que perjudica el resultado final. Es cierto que estamos ante la trama más compleja, tal vez más clásica, desde el punto de vista narrativo, en una película de Miyazaki. Pero creemos que El viento se levanta podría haber sido un poco más ambiciosa. Pero ¿quiénes somos nosotros para decirle a Miyazaki como debe plantear sus historias?
Tal vez sea la propia tristeza de despedirse de un genio como él la que nos lleva a buscar defectos donde tal vez no los haya. Un genio que ha creado un universo estético y narrativo único. Mi vecino Totoro, Porco Rosso, La Princesa Mononoke, El Viaje de Chihiro… Es difícil encontrar películas en las que un espectador se sienta tan a gusto. Siendo niños vivimos experiencias inolvidables acompañando a sus personajes. Cuando volvimos a ellos, años más tarde, la emoción seguía ahí. No es nostalgia, es cine con mayúsculas.
A nivel estético, El viento se levanta es una obra majestuosa, en la línea de sus mejores proyectos. Seguimos vibrando como el primer día, surcando los cielos, soñando sus sueños, creyendo que un día, al fin, la vida será como una película de Miyazaki. Pero El viento se levanta, presenta la otra cara de la moneda. La otra realidad, la dramática, la trágica y la violenta. Y debemos despertar del sueño. Miyazaki se va, como el viento. Pero hay que intentar vivir…
Lo Mejor: Estéticamente maravillosa, como siempre.
Lo Peor: El guión no vuela tan alto como nos gustaría.