Nota: 8
Para hablar de “X-Men: Días del Futuro Pasado” hay que partir de la base de que los X-Men, incluso cuando menos molan, molan una barbaridad. Así es amigos. Somos tan simples como eso. Dadnos garras de adamantium, supervelocidad o superfuerza y nos pasamos dos horas frente a la pantalla felices como perdices. Así las cosas, nuestra tendencia resulta obviamente favorable a cualquier aventura que tenga a Lobezno y compañía como protagonistas. Pero tampoco os penséis que nos tragamos cualquier cosa que nos pongan. Tras cuatro cintas de la saga mutante y algún que otro spin-off nuestro paladar se ha ido refinando. De hecho, desde el lavado de cara ofrecido por Matthew Vaughn hace 3 años en “X-Men: Primera Generación” nos hemos convertido en unos auténticos sibaritas. No somos un público tan fácil como pueda parecer…
Así las cosas, el retorno de Bryan Singer al mundo de los X-Men era observado con recelo por propios y extraños. La progresiva pérdida de pulso mostrada por el director durante la última década hacía que nos pusiésemos en lo peor, pero hemos de reconocerle el mérito de lograr calmarnos en menos de quince minutos. Ese es el tiempo que tardamos en descubrir la oscuridad y el misticismo del relato que están a punto de contarnos. Una historia de personajes al borde del abismo. La acción queda en un segundo plano para desarrollar una de las mejores películas de superhéroes que el cine ha visto.
Los mutantes están al borde de la extinción. Un asesinato causado en la década de los setenta supondría el principio del fin de los mutantes. En esos días comienza a desarrollarse una tecnología en forma de “Centinelas” para eliminar la amenaza que suponen los mutantes. Cuando la salvación parece imposible, una esperanza se abre ante ellos: viajar al pasado para evitar la guerra antes de que esta empiece. Así transcurre “X-Men: Días del Futuro pasado”, entre dos líneas temporales tan equilibradas como atractivas. Un presente dramático y épico. Un pasado en el que el cine de Alan J. Pakula sobrevuela la estancia.
Hay un elemento en “X-Men: Días del Futuro Pasado” que coloca a la cinta por encima de cualquier otra cinta de superhéroes, e incluso por encima de casi toda película que se les ocurra. Nos referimos, como es evidente a su apartado interpretativo. La cinta de Bryan Singer cuenta con media docena de los mejores actores del planeta rayando a su mejor nivel. Hugh Jackman, Patrick Stewart, Ellen Page, los dos sublimes magnetos (Michael Fassbender e Ian McKellen), la robaplanos Jennifer Lawrence y, sobre todo un James McAvoy firmando su mejor interpretación. Todo un regalo para los sentidos. Mención especial merece también ese divertidísimo mutante llamado Mercurio.
Si algo se le puede reprochar a la cinta es que debería tratarse del cierre de la saga. Una obra tan regia en su puesta en escena y tan cargada de nostalgia debería ser el final de estos nuevos y revitalizados X-Men. A la espera de “X-Men: Apocalypse” hay que reconocer que Bryan Singer ha recuperado gran parte de su crédito y que los superhéroes vuelven a brillar después de todo el mal causado por Christopher Nolan.
Héctor Fernández Cachón