Un millón de maneras de morder el polvo es la segunda incursión en el cine del creador de Padre de Familia. Seth MacFarlane ya dirigió Ted hace un par de años. Ted tenía sus momentos pero no alcanzó el nivel de sus series animadas, especialmente de la mencionada Familiy Guy. Macfarlene vuelve a probar suerte y esta vez sea ha ido al Lejano Oeste acompañado de buenos amigos: Charlize Theron, Amanda Seyfried, Liam Neeson, Giovanni Ribisi o Neil Patrick Harris (Cómo conocí a vuestra madre).
Tampoco faltan los cameos: Ewan McGregor, Jamie Foxx, Ryan Reynolds… Y atención al momento Emmet Brown… Aunque a los fans de Padre de Familia no les cogerá de sorpresa. Es imposible que MacFarlane viaje al pasado y no salga un Delorean…
Todo muy bien. MacFarlane es un triunfador. Un genio del humor con un montón de amigos y amiguetes. Pero crear una serie animada de humor no es lo mismo que escribir, dirigir, producir y protagonizar una ficción humorista para el cine. Ted ya se mostró muy irregular en su guión, más allá de los gags marca de la casa (algunos de ellos, como siempre, espléndidos). Mil maneras de morder el polvo sigue esa línea. Cuando Macfarlane debe pararse a contar una historia, más allá de los chistes, sufre. Y se le nota. Y se lo nota a su película.
¿Por qué una película de Macfarlane no hace tanta gracia como un capítulo de Padre de Familia? Para empezar, el humorista estadounidense no está arriesgando demasiado. Ni Ted ni Mil maneras de morder el polvo son cintas arriesgadas en su planteamiento. Más bien parece que Macfarlane ha buscado un contexto adecuado para dar rienda suelta a su lucidez para el humor. El Far West y los western ofrecen un ambiente ideal para cientos de chistes. Tampoco Padre de familia, en origen, era una serie original, ni mucho menos. Todos sabemos que se inspiró sin pudor en Los Simpson.
Tal vez debamos pedir a MacFarlane, dada su incuestionable capacidad, que asuma un poco más de riesgos en sus incursiones en el cine, ya que parece decidido a hacer carrera. Porque ¿qué será lo siguiente? ¿Una parodia de La guerra de las galaxias? ¿Un Jesucristo alternativo? A buen seguro que nos reiríamos, pero a este hombre hay que exigirle un poco más. Creo yo.
Mil maneras de morder el polvo no aspira a ser original en su planteamiento. Sigue los clichés propios del western ridiculizando ese género en algunos momentos y ofreciendo una perspectiva alternativa del Lejano Oeste, en el que se puede morir de un millón de maneras… Al igual que sucede en Padre de Familia, los mejores instantes llegan con algunos diálogos. Es cierto, a Macfarlane le encanta contar chistes sobre pedos, vaginas, vómitos, y escatologías en general. Pero también tiene gran lucidez y habilidad para ironizar sobre diversos aspectos de nuestra sociedad. Ayer mismo en la tele podíamos ver en Padre de familia a Obama caracterizado como Elvis y nos tirábamos por el suelo de risa… Ese es MacFarlane (y sus guionistas) en estado de gracia.
En Mil maneras de morder el polvo, además de pedos y diarreas, hay cuatro o cinco perlas de gran valor que nos recuerdan que estamos ante uno de los genios del humor del siglo XXI. Ahora bien, aun le queda mucho para dominar la ficción cinematográfica en su vertiente de comedia. En su descargo podemos decir que se trata de segunda película. Esperamos bastante más de él para el futuro. De momento, no está arriesgando. En esta película va a lo fácil. No obstante, Mil maneras de morder el polvo es una cinta agradable, tal vez un poco larga, pero con momentos graciosos y otros más aburridos, sobre todo cuando MacFarlane tiene que pararse, como decíamos, a contar una historia…
Lo Mejor: Varios chistes y gags son sobresalientes. MacFarlane ha creado una forma única de hacer humor, combinando zafiedad con elegancia, acidez y riesgo al abordar algunos temas tradicionalmente tabú.
Lo Peor: La historia siempre está en un segundo plano y solo arranca cuando llega algún buen gag. Los chistes no refuerzan la historia, sino que la historia existe gracias a los chistes.