Nota: 5,5
O te mueves, o caducas. Eso es inevitable. Ya puedes ser el mismísimo rey de la taquilla española y llamarte José Luis Torrente, inmovilismo siempre es sinónimo de muerte lenta. Hace ya la friolera de dieciséis años desde que Santiago Segura se sacó de la manga al personaje que más alegrías daría a la taquilla española. Un antihéroe patrio que, a pesar de las muchas y duras críticas recibidas durante este tiempo, ha salvado el balance de cuentas anual de nuestra industria en más de una ocasión. Con el favor del público logrado de antemano, el bueno de Segura nunca se ha conformado con hacer lo mismo una y otra vez. Poco tienen que ver entre si las distintas entregas de una saga que en cada nuevo capítulo ha sabido reinventarse proponiendo un género nuevo sin abandonar nunca la esencia del ya mítico personaje. En todo caso, la decadencia y el desgaste que empezaban a hacerse demasiado tangibles desparecen en “Torrente 5” para entregarnos una de las entregas más lucidas.
El gran defensor de la ley (cogedme con pinzas esta expresión) en suelo español se pasa en esta ocasión al lado oscuro, decepcionado por un mundo demasiado alejado a aquel por el que siempre luchó (un par de pinzas también para aquí). El caldo de cultivo es ideal para dar un giro al Torrente que conocíamos y transformar al filme en una película de atracos al más puro estilo “Ocean´s Eleven”, pero con un equipo más chapucero y un aspecto menos descuidado. Así es, amigos. Resulta que “Torrente 5” tiene una trama moderadamente entretenida, lo cual agradecemos de todo corazón.
Otro de los cambios que convierten al filme de Santiago Segura en más apetecible que sus predecesoras es la eliminación de cameos sin sentido. Es cierto que la nómina de rostros conocidos vuelve a ser apabullante, pero todos ellos tienen su particular cuota de desarrollo o interés dentro de la historia. Ya no es un constante metralleo de famosos paseándose, como tampoco es un compendio de momentos soeces. No os penséis que Torrente se ha convertido en Antonio Gala, pero al menos los gags escatológicos han visto reducido su protagonismo.
Así transcurre “Torrente 5”. Lo radical de la propuesta humorística a la que estábamos acostumbrados decae en favor de una cinta más atractiva en todos sus sentidos. Siempre resulta agradable ver a Alec Baldwin hacer comedia y recuperar al mítico tándem Pajares-Esteso, pero vaya nuestra mención especial a Carlos Areces. Ya va siendo hora de que alguien lo diga: “Este tipo es gracioso solo con respirar”.
Son tiempos de apellidos vascos. Corren días de niños andaluces y de niñas mágicas en islas mínimas. Grandes familias en bodas de más impulsan a un cine español que al fin parece capaz de vivir con los ojos cerrados. Santiago Segura ha logrado devolver la dignidad a una saga y a un personaje que ha conquistado al público como ninguno lo había hecho antes. Eso es lo que importa. Pero el agotamiento es una realidad. Es el mejor momento para parar y esperar las nuevas propuestas que pueda hacernos el genial actor y director lejos de su icónico detective. José Luis Torrente se ha ganado ya su merecida jubilación y se puede ir tranquilo. El cine español queda en buenas manos.
Héctor Fernández Cachón