Mia, Mia… Esta chica tiene algo, no puedo dejar de mirarla… Bueno, Maps to the Stars es la última película del veterano David Cronenberg, uno de los mejores directores vivos que tenemos en el panorama cinematográfico. Cronenberg es de esos cineastas con estilo propio e inconfundible que han sabido evolucionar y no entregar la misma película cada cinco años. El Cronenberg visceral de finales de los 70 y 80 ha dejado paso a un director más cerebral, más pausado, menos obsesivo, pero que mantiene la mala hostia. Todavía no se ha domesticado, del todo…
Maps to the Stars se presentó en diversos festivales, incluyendo Cannes o Sitges, y no cosechó muchos elogios. Julianne Moore, uno de los rostros más reconocibles de la cinta, se llevó el premio a mejor actriz en ambos eventos pero, más allá de eso, la última de Cronenberg no ha sido muy valorada. ¿Por qué?
Cosmópolis sorprendió a buena parte de sus seguidores. Muchos fruncieron el ceño. ¿Qué coño es esto, David? El director canadiense adaptó el célebre libro de Don DeLillo, y lo hizo con bastante fidelidad. Si Cosmópolis tiene deficiencias, que las tiene, son en su mayor parte procedentes de una novela árida pero visionaria en muchos aspectos. No nos extraña nada que Cronenberg se haya sentido atraído por esta historia de decadencia ultracapitalista.
Maps to the Stars sigue la misma línea que Cosmópolis. Pero nos trasladamos de la locura y la degeneración del Manhattan de un futuro cercano a las pastillas y la esquizofrenia del Hollywood de hoy. Cronenberg quiere mostrar lo mismo que Lynch en Mulholland Drive o Inland Empire, pero lo ejecuta con un estilo más directo y satírico. Pero las conexiones con el director de Montana son más claras que nunca. Y nos alegramos. Cada uno con su estilo, ambos sienten la necesidad de plasmar la demencia y alienación del habitante de la Meca del cine. El hollywodiense medio está con un pie en la locura, para bien y para mal.
Agata Weiss (Mia Masikowka) aterriza en Los Ángeles y es recogida por una limusina pilotada por Robert Pattinson. Agata, al contrario que Naomi Watts en Mulholland Drive, ya conoce el lugar, ya ha sido contaminada y embrujada por Hollywood. Tiene un objetivo: encontrar a su hermano y saldar alguna cuenta pendiente. Paralelamente en la película surgen personajes extravagantes como la también trastornada Julianne Moore, que pasa su vida dilapidando pasta, acudiendo a sesiones con el gurú de estrellas interpretado por John Cusack y participando en tríos como quien va a comprar el pan. Ella también ve cosas raras mientras llora por un papel en el remake de una famosa película protagonizada por su madre.
Maps to the Stars no cuenta nada nuevo. Pero en nuestro caso, la temática nos parece de interés casi inagotable. A pesar de algunos lugares comunes y que a la película le cuesta un poco arrancar, enfangada en unos diálogos bastante retóricos, poco a poco, una vez que la trama va abriéndose entre penumbras, asistimos con interés al desfile de espectros en casas de diseño, bares de moda y reuniones de producción.
El guión de Bruce Wagner es mejorable, especialmente, como decimos, en algunos diálogos, pero la historia aumenta su carga de profundidad a medida que avanza. Al margen de Julianne Moore cuyo personaje es más bien decorativo, por muy bien que esté la actriz, nos quedamos con Mia Masikowka y Evan Bird (The Killing), el chico del cuello interminable. Mia es una actriz hipnótica. Ya la disfrutamos en Solo los amantes sobreviven y en Maps to the Stars vuelve a mostrar su talento y peculiar belleza. Nos gustan las locas, para qué lo vamos a negar. Una loca te puede clavar un cuchillo, pero también trasportarte a un lugar en el que nunca has estado. El riesgo es muy seductor. Los locos son imprevisibles, y esa es una de las mayores virtudes que se puede tener en un mundo como el nuestro, dominado por la programación, el plagio y la falta de personalidad.
Maps to the Stars es irregular y descompensada, pero también divertida y amenazadora. Cronenberg sigue de mala hostia. Y es una buena noticia para los amantes del cine.
Lo Mejor: Sugerente e incisiva. Mia Masikowka.
Lo Peor: Diálogos un tanto retóricos. A la película le cuesta arrancar.
Escrito por David Rubio para Alucine