Nota: 6,5
La historia del cine americano se ha escrito, entre otras muchas cosas por las películas de juicios y por Robert Duvall. De hecho, lo más acertados sería decir “por las películas de juicios con Robert Duvall“. Allá por 1962, Peter Mullan (ese director tan magnífico y tan poco recordado) llevaba a la gran pantalla la imprescindible novela de Lee Harper, “Matar a un Ruiseñor”. En la cinta, Gregory Peck interpretaba al eterno Atticus Finch, adalid de la justicia y de los valores más encomiables de la condición humana. Por allí pasaba de un modo secundario la figura de un jovencísimo Duvall dando vida a la misteriosa figura de el vecino Boo Radley. Hoy, 52 años después de aquello y con un par de “Padrinos” de por medio, Robert Duvall se sube al estrado en “El Juez” como el gran maestro de la interpretación que es, convirtiéndose en lo mejor de una película más que interesante.
David Dobkin reúne en “El Juez” a una plantilla inmensa de actores para ponerlos al servicio de una historia atractiva. Lo hace con en el entusiasmo de quien busca dar el salto de calidad ansiado en su carrera (venía de rodar “El Cambiazo” y “De Boda en Boda”), pero lastrado por un guión tan plano y edulcorado que está al borde de la zozobra en demasiadas ocasiones. Es ahí cuando la inversión en actores se amortiza. Es cuando Robert Duvall y Robert Downey Jr. hacen que el voltaje se dispare y la cinta alcance sus momentos más intensos.
La familia. Siempre la familia… Quien más y quien menos sabe de las explosiones emocionales de esos millones de ecosistemas formados por lazos de consanguinidad o afinidad. Lazos que atrapan eternamente por mucho que uno intente romperlos. El exitoso abogado al que da vida Robert Downey Jr. sabe perfectamente lo que ello significa. Más todavía cuando tiene que volver a su pueblo natal para enterrar a su madre y defender en a un padre con el que se lleva a matar de una acusación de homicidio. Así se levanta una película en la que los momentos de absoluta brillantez e intensidad se alternan con otros melodramática o bucolicamente prescindibles.
“El Juez” no alcanza sus aspiraciones de “oscarizable” y su Dobnik tendrá que superar la esencia del grueso de su carrera si quiere lograrlo. En todo caso, su experiencia en los tribunales deja espacio para la esperanza, ya que “El Juez” resulta una propuesta atractiva. Lo único que realmente nos deja mal cuerpo es pensar que Robert Duvall no esté dentro de otros 52 años…
Héctor Fernández Cachón