Las mejores películas de la historia | “Días sin huella”, de Billy Wilder

dias2

Las mejores películas de la historia en Alucine

¿El escritor escribe para los demás o para sí mismo? Una buena pregunta. Si Don hubiese optado por la segunda opción tal vez no se hubiese agarrado a una botella.

Te comprendo Don, sé de lo que hablas. Supongo que cualquier espectador puede sentirse más o menos cercano al personaje encarnado por Ray Milland. No tanto porque todos seamos alcohólicos, sino por el proceso que lleva a una persona a coquetear con la autodestrucción, más o menos agresiva.

Ante una frustración creativa, sentimental o laboral (o todas a la vez) uno puede optar por distintos caminos. El ideal es superarla sin efectos colaterales. Todos superamos las frustraciones cuando solo son teóricas.

Ejemplo. Alguien nos cuenta un problema que tiene en el trabajo. Un compañero le hace la vida imposible. Nosotros escuchamos pacientemente, y luego soltamos algún consejo de saldo tipo: “Tómatelo con calma, intenta arreglarlo con él” o simplemente “Tranqui tío”.

Otro ejemplo. Messi se siente frustrado con Argentina. Ya van dos finales perdidas. Es el puto amo, el mejor de todos los tiempos, pero se frustra. “Pero si gana mucho dinero”, “Joder, si tiene a Antonella todos los días esperándole en casa”.

Las frustraciones de los demás nos parecen medianías. Poca cosa. Nosotros lo solucionábamos en dos patadas como el obrero de Gomaespuma. Pero nuestros problemas no, esos son los realmente importantes.

Don Birnam está frustrado. Iba para Hemingway, pero se quedo en escritor de tres al cuarto. Ya no es tan joven. A su edad, sus referentes ya habían publicado un par de novelas de éxito. Se le pasa el arroz. Todavía lo intenta, se sienta en su máquina de escribir, pero no sale nada bueno.

¿Qué hacer? “Tranqui tío”. Pero Don no está muy tranquilo. Y se busca un amigo de verdad. Un amigo que le dice que es un genio, que la va a petar pronto, que el próximo relato que escriba será celebrado por todos. El problema es que ese amigo va embotellado.

dias1

Es entonces cuando Billy Wilder coloca una cámara a Birnam y esta le sigue durante todo un fin de semana. ¿El resultado? Una de las mejores películas sobre el terror que da vivir, que diría el de Norteña.

Días sin huella no es solo, en mi opinión, una película sobre alcoholismo, una de las mejores, es una historia sobre el peor vicio de todos: la autodestrucción.

Autodestruirse no es solo beber hasta perder el sentido, o meterse el pico del siglo. Es ser mezquino en nuestras relaciones para conseguir beneficios, es pisar a un compañero para buscar el éxito, es engañar a los parias con edenes inexistentes. Autodestrucción moral y autodestrucción física.

“Déjame en paz, no hago daño a nadie”. Cuando optamos por la seductora y glamurosa vía de la autodestrucción, siempre terminamos haciendo daño a alguien más que nosotros mismos. Incluso Don…

De la frustración a la autodestrucción solo hay una botella de distancia. O un gramo. O un maletín. Cuando vemos a Don mendigando por otro trago se nos encoge un poco el alma. Porque soy yo. O tú. Tal vez él llegó más lejos, tal vez él fue más débil. O fuerte, nunca se sabe.

The Lost Weekend es una de las joyas escondidas de Billy Wilder. Basada en la novela de Charles R. Jackson, fue la  cuarta cinta del director de origen austriaco. Wilder ya mostró en ella su habilidad para los diálogos imperecederos, de esos que alcanzarían la gloria en películas como El apartamento, Irma la dulce o Un, dos, tres.

Con rigurosa sobriedad, sin aspavientos, Wilder sigue la vida de Don Birnam en un fin de semana perdido, un fin de semana para olvidar. Y olvidado. Y vuelta a empezar.

David Rubio

dias3