Una de las comedias más frescas y gratificantes de los últimos años es, sin duda, “Modern Family”. La exitosa ficción lleva años acaparando premios gracias a unos sensacionales guiones y, sobre todo, a una plantilla de actores en estado de gracia. Millones de espectadores han caído presa de Jay, Gloria, Phil, Cameron, Mitchell y el resto de encantadores personajes de la serie, pero uno de ellos ha pasado un auténtico calvario.
Reid Ewing se pasó varias temporadas convertido en el auténtico “robaplanos” de la serie. Su personaje de Dylan era el secundario más recurrente de la serie, logrando puñados de risas con cada intervención. El que empezara como novio de Haley (Sarah Hyland) terminaría por convertirse en un habitual de la serie, apareciendo en 30 capítulos de la misma. Lo que nos sabíamos es que su paulatina desaparición de la pantalla se debía a una grave adicción que terminaría por hundirle en un pozo sin fondo.
Adicción a la cirugía plástica. Al pronunciar el nombre de tal enfermedad puede que uno piense en un perfil distinto de persona, pero lo cierto es que pese a ser un chico de buena apariencia y tener poco más de vente años, el actor vivía obsesionado por parecerse a Brad Pitt. Así comenzaría una espeluznante sucesión de operaciones estéticas que el propio Ewing relata en una reciente entrevista para The Huffington Post.
“Me despertaba gritando de dolor y con lágrimas en los ojos. El 2008 me hice un implante de pómulos. Mi único objetivo era parecerme a Brad Pitt. Me pase semanas en una habitación tomando tranquilizantes para el terrible dolor. Cada intervención causaba en mi un nuevo problema, y tenía que arreglarlo con una vuelta al quirófano. Incluso después de las intervenciones, nunca tuve el aspecto que deseaba”, afirmaba Ewing.
Uno de los objetivos del actor al conceder esta entrevista quedaba también de manifiesto al denunciar la falta de profesionalidad de unos médicos que le aconsejaban a un chico de 19 años y con baja autoestima sin mirar nunca los daños que causarían en este. Al menos, parece que Reid Ewing ha conseguido superar esa terrible fase y, con 27 años, afronta la vida de una forma bien distinta.