Este año podríamos estar ante uno de los fenómenos más extraños vistos en el mundo del cine. Desde que El mítico empresario y programador Steve Jobs falleciese en 2011, Hollywood estaba empeñada en darle a tan ilustre figura una película que le hiciese honor. Así, mientras algunos proyectos como el “Jobs” de Ashton Kutcher pasaba sin pena ni gloria por las pantallas, en la industria se seguía gestando el proyecto definitivo.
Muchos directores y guionistas pasaron por un proyecto que parecía maldito, hasta que Danny Boyle y Michael Fassbender decidieron ponerse al frente del proyecto. Director y actor sabían que tenían frente a ellos un reto importante, pero también una gran oportunidad. Así, con un sensacional guión de Aaron Sorkin (“el ala oeste de la Casa Blanca”, “La Red Social”), el tándem se marcaba una película absolutamente genial. Bajo el título de “Steve Jobs”, la cinta confirmaba su potente candidatura al Oscar en las categorías principales. El problema es que algo fallaba en la ecuación.
Con la crítica rendida a sus pies, la respuesta del público resultaba de lo más fría. Pese a contar con mil atractivos, la cinta a penas recuperaba en taquilla 17 millones de los 30 invertidos en el filme. Algo preocupante, sobre todo si tenemos en cuenta la respuesta unánime de la prensa especializada que la colocaba como favorita al Oscar desde el primer minuto. Frente a ello, la recepción del público se quedaba en un 77% de comentarios positivos en la web especializada Rottentomatoes o un 6,6 en filmaffinity. Valoraciones muy lejanas a la de una industria que ya ha encumbrado el filme. Todo un expediente X.