Realmente preocupantes los mecanismos mentales de ciertos espectadores. Este mismo fin de semana llegaba a las salas la deliciosa película de Tom Hooper, “La chica danesa”. El filme se presentaba después de lograr 4 nominaciones a los Oscar, así como el aplauso unánime a unos intérpretes que se salen. De hecho, estamos ante uno de esos filmes de atronadora intensidad emocional y enorme capacidad para conmover a los espectadores… Mejor dicho, a muchos espectadores.
Lo cierto es que las redes sociales echan humo. Se cuentan por centenares las quejas de personas que, después de disfrutar del filme, twitteaban el grotesco espectáculo ofrecido en las salas por algunos de los presentes. Al parecer, la historia de Lyly Elbe, la primera mujer transexual de la historia en someterse a una operación de cambio de género provocaba las risas constantes de varios de los presentes.
La cosa se repetía a lo largo y ancho de la geografía española. Una pequeña parte del público, incapaz de entender las auténticas dimensiones de filme se dedicaban a romper el clima imperante en la sala con constantes mofas, risas y burlas. Un comportamiento que se denunciaba también en otros muchos países y que viene a evidenciar la falta de educación, así como la preocupante distancia hacia temas tan actuales y de necesaria normalización como la transexualidad.
En cualquier caso, conviene quedarse con el auténtico espectáculo: las interpretaciones de los inmensos Alicia Vikander y Eddie Redmayne, así como el acertado retrato de un tema tan pocas veces abordado en la gran pantalla.