Hay cintas que, pese a no alcanzar el éxito previsto, tienen una capacidad especial para generar devotos. La historia del cine está plagada de ejemplos como el que nos ocupa hoy.
Allá por el año 2012, Peter Travis decidía afrontar todo un reto: Recuperar para el cine al famoso Dredd. El ilustre personaje de cómic ya había tenido una primera aventura en la gran pantalla de la mano de Sylvester Stallone, pero el filme resultó ser un fiasco de épicas proporciones. Así, la apuesta de un director poco conocido junto a un reparto más bien modesto olía a chufa. Como era de esperar, el público le daba la espalda a un proyecto que solo recuperaba 35 de los 50 millones de dólares invertidos.
Lo que nadie se esperaba es que la gente que se la jugaba con “Dredd” saliese de la sala más que contenta. Así iban pasando los meses y los adeptos a la causa seguían aumentando. El efecto “bola de nieve” había arrancado y la legión de fans comenzaba a aumentar. Arrancaban así las campañas pidiendo que la película tuviese su secuela. Una petición que resultaba constantemente ignorada por parte de los estudios.
Así las cosas, los seguidores optaban por cambiar de vía y centrar sus esperanzas en un salto a la pequeña pantalla. Las peticiones se dirigían entonces a Netflix o la HBO. Ni más ni menos que 125.000 firmas que parecen haber tenido éxito, ya que varias son las cadenas que han decidido valorar la posibilidad de que Karl Urban vuelva a impartir justicia. Veremos si la cosa cristaliza al final.