Nota: 7,5
El que no lo es ya, se vuelve un gamberro. La Muestra SyFy del año 2016 siempre será recordada por regalarle a sus centenares de fieles una de las películas más poderosas de cuantas ha exhibido el evento en sus trece años de vida. Después de su triunfo en Sitges, los más rezagados teníamos la oportunidad de disfrutar “La Invitación”, una cinta pequeñita, pero que se presentaba tras dejar atronadores aplausos en cada una de sus citas con el gran público. Buen síntoma y potencial peligro al mismo tiempo. Buen síntoma, porque si gustaba en todas partes, algo bueno debía tener. Potencial peligro, porque las elevadas expectativas suelen generar alteraciones en el juicio del espectador.
¿Qué ha ocurrido con “La Invitación”? Pues que es magnífica. Tras la interesante “Girlfight”, Karyn Kusama sucumbía a los cantos de sirena de los grandes estudios. Los desastrosos resultados llevaban por título “Aeon Flux” y “Jennifer´s Body”. Visto que la cosa no funcionaba y que su libertad creativa decrecía llamativamente, la directora optaba por volver a su zona de confort para firmar “La Invitación“, una cinta capaz de cortar la respiración durante sus noventa minutos.
Will y Eden perdieron a su hijo años atrás. La tragedia afectó su relación de forma irreversible, hasta el punto de que ella desapareció de la noche a la mañana. Un día, Eden regresa a la ciudad; se ha vuelto a casar y en ella parece haber cambiado algo, convirtiéndola en una presencia inquietante e irreconocible incluso para Will. Inquietante. Inquietante… Seguramente no exista una palabra mejor para definir la sensacional cinta. Algo turbador y oscuro hace presa de nuestro ánimo desde una primera secuencia que solo podría firmar quien conoce a fondo los secretos de la narrativa.
¿Qué es lo que perturba nuestro ánimo¿ ¿Qué es lo que hace que nos movamos inquietos? Pues la soberbia puesta en escena de una cinta en la que no podemos dejar de notar que algo va mal. Nada ocurre porque sí. Kusama no desperdicia ni un segundo en dar puntadas sin hilo. Todo es parte de un todo. Cada paso nos acerca más al incierto final del camino. Así, “La invitación” se convierte en la velada más interesante a la que hemos asistido en mucho tiempo.
Héctor Fernández Cachón