Brillante. No hay otra palabra para definir el nuevo trabajo de James Wan. Ya va siendo hora de que alguien diga que este tipo es uno de los mejores directores del planeta, lo que queda de manifiesto con cada uno de sus nuevos trabajos. Pese al alarde de talento mostrado en “Fast & Furious 7” y a que ya prepara “Aquaman”, no cabe duda de que lo suyo es el terror. “Saw”, “Insidious” y “Expediente Warren“ son buenos ejemplos, pero la secuela de esta última se lleva la palma.
Basada en otro de los casos más emblemáticos de cuantos documentaron Ed y Lorraine Warren, la nueva cinta nos lleva a una casa de Brimsdown, en Londrés. Corría el año 1977 cuando un caso comenzaba a tomar relevancia en la prensa de la época, hasta el punto de convertirse en un fenómeno mediático sin precedentes. Las manifestaciones de poltergeist y las voces demoniacas empezaban a atormentar la calma de una modesta familia que veía invadido su hogar por una serie de fenómenos paranormales. Desde piezas de Lego volando, hasta levitaciones de las propias hijas.
Lejos de extenderse durante las pocas semanas que se narran en el filme, el caso de Enfield lograba una importante cobertura de prensa durante dos años. El caso llegaba incluso a documentarse con fotografías tomadas por cámaras automáticas situadas en la vivienda.
Pese a que un 90% de los hechos acontecidos la vieja casa donde había muerto Bill Wilkins podían explicarse de forma científica, todavía hoy hay quien piensa que lo que allí ocurrió fue lo más cercano a unos hechos paranormales que jamás se haya visto. Tanto la familia como algunos de los reporteros más involucrados en el caso siempre mantuvieron la veracidad de los mismos. Ni la tardía confesión de la joven Janet de que algunos hechos fueron provocados por ella logró desahuciar la idea de que aquella casa estaba habitada por presencias extrañas.