Nota: 6
No nos pongamos exquisitos. Sería toda una ofensa hacia el cine que representa empezar por decir que “Independence Day: Cotraataque” carece de profundidad o cosas por el estilo. La vida es una cuestión de expectativas. Los términos “fracaso” o “éxito” no son categóricos de por sí. Lo realmente importante para lograr que se llenen de contenido es la comparación entre lo esperado y el resultado. Así, la nueva apuesta alienígena de Roland Emmerich se acerca más al éxito que al fracaso.
Hace veinte años, “Independence Day” se convertía en uno de los mayores éxitos de la década de los 90. El filme se convertía en un divertimento más que agradable. Acción, épica y destrucción se mezclaban a partes iguales en una fórmula que su secuela repite al dedillo. Es cierto que aquí todo es más grande, todo explota más fuerte y que añoramos el carisma de Will Smith, pero lo cierto es que “Independence Day: Cotraataque” vuelve a resultar una de las propuestas más ágiles de cara a pasar una tarde de verano al amparo del aire acondicionado y disfrutando de las palomitas.
Roland Emmerich no es uno de esos tipos con complejos. Sabe lo que hace, le gusta lo que hace y lo hace muy bien. Es el gran maestro de las cintas de catástrofes y no pretende pasar por otra cosa que no sea esa. Seguramente “Independence Day: Contraataque” podría haber tomado algún riesgo más o sacarse de la manga nuevas sorpresas. De hecho, de haberle dado un par de vueltas más a la historia o a los personajes podríamos estar hablando de una cinta mucho más interesante. En cualquier caso, su abrumadora solvencia visual y el reencuentro con tipos como Bill Pullman o Jeff Goldblum hace que las dos horas de metraje vuelen a lo grande.
Algunos momentos de “Independece Day: Contraataque” provocarán risas en la sala. Ciertos diálogos de cursilería disparada o de épica forzada harán que se escape alguna carcajada. Sin embargo, sería un error creer que cada uno de esos caricaturescos momentos no ha sido buscado de forma intencionada. “Independence Day: Contraataque” es, sencillamente, lo que quería ser. A nosotros solo nos queda disfrutar de ello.
Héctor Fernández Cachón