Crítica | “La leyenda de Tarzán”

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El imperialismo de las potencias europeas durante el XIX y su consecuente colonialismo me parece uno de los hechos más interesantes de la historia contemporánea ya que es una de las principales causas (tal vez la más importante) de los conflictos sociales, territoriales y económicos que se viven en el siglo XXI. ‘Todo empieza aquí’, podríamos decir.

El elemento que más me motiva a priori para ver La leyenda de Tarzán es este trasfondo histórico, porque lo que es la historia de John Clayton… Existen decenas de películas sobre el personaje creado por Rice Burroughs, pero nunca había visto ninguna… hasta ahora.

El escritor estadounidense encontró la inspiración en el Mito del buen salvaje o Mowgli y dio forma, todo hay que decir, a una figura que se convertiría en extraordinariamente popular. Creo que el problema que yo tenía con Tarzán en mi juventud es el mismo con el que me he topado ahora. No me lo acababa de creer, ni siquiera dentro de su contexto fantástico.

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De cualquier forma, La leyenda de Tarzán empieza bastante bien con la escena protagonizada por Cristoph Waltz y tampoco desmerece la presentación de John Clayton junto al personaje que interpreta Samuel L. Jackson. Porque La leyenda de Tarzán, vamos a decirlo ya, es una película fluida que se deja ver sin bostezos ni alaridos de queja, pero que pocos recordarán dentro de 3 meses… Frase que podemos colocar en la crítica del 50% de películas que nos llegan de Hollywood (en el otro 45% hay bostezos y/o alaridos).

Primero lo positivo. Muchos han criticado los efectos especiales de esta cinta. Hace mucho tiempo que a mí los efectos especiales ni fu ni fa. Considero que los efectos especiales (si son imprescindibles, como aquí) no deben molestar a la progresión de la historia. Pero pasarse con los efectos es lo más habitual en el cine de hoy en día. ¿Son malos en La leyenda de Tarzán? ¿Hay exceso de efectos especiales? Supongo, pero como en la mayor parte de superproducciones hollywoodienses.

En cuanto al desarrollo de la historia, mi interés es moderadamente alto debido a que nunca había visto una película de Tarzán. No me acordaba ni que había una Jane… El ‘retorno del rey’ a África tiene su atractivo, y su encuentro con viejos amigos, tan humanos como animales, anima el relato. También hay algunos flashbacks marca de fábrica para algunos espectadores que como yo hayan vivido en la selva durante siglos y no sepa muy bien cómo era la historia el amigo Clayton, se sitúen un poco.

Por otro lado, tenía ganas de ver la desenvoltura de Alexander Skarsgard como Tarzán, tras seguirle un montón de temporadas interpretando al cínico Eric en True Blood. Pues nada nuevo. El mismo cínico posturitas mirada de soslayo, aunque ahora vuela (ah no, si volaba también en True Blood). Pero bien, me cae bien el chaval.

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No sé, debía tener un buen día, porque hasta Samuel L. Jackson no me resultó pesado haciendo su papel de siempre. Sus chascarrillos son incluso necesarios para animar la historia (uno de ellos me sacó una carcajada y todo).

Más preocupante es lo de Waltz, interpretándose a sí mismo otra vez, y cayendo película tras película en una especie de ‘samuelización’ (o sea, hacer siempre el mismo papel, en su caso de súper villano elegante y cínico).

En cuanto a lo negativo de la película… a ver, esto es Hollywood, es verano, Tarzán… Menudos ingredientes para una salmonelosis cinematográfica. Así que yo me conformo con no haberme intoxicado mucho, haberme reído un poco y que el tiempo se pasara rápido.

Lo Mejor: entretenida.

Lo Peor: la no por esperada menos irritante marabunta final. Sigo sin ver a un blanco reinando sobre el continente negro y que todo el mundo lo celebre, incluso los cocodrilos.

David Rubio

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  1. Ione Tanausu julio 23, 2016