Todavía falta un poco para que termine, pero este 2016 no deja de acumular papeletas en pro de convertirse en un año de lo más irrelevante. Si hubiésemos dado un salto temporal desde el pasado 1 de enero hasta hoy, pocas cosas habrían cambiado. No tenemos gobierno, pero dejando a un lado las aventuras y desventuras de los diputados españoles (no queremos amargarle el día a nadie), lo que realmente nos preocupa es la pobreza creativa en la que se ha sumido el cine. Remakes, reboot, secuelas y todo tipo de experimentos parecidos sirven como excusa perfecta para la el hastío en el que se ha sumido la creatividad.
¿Hay lugar para la esperanza? Atendiendo a nuestras primeras líneas pudiera parecer que no. Sin embargo, es el momento ideal para cambiar el tono. Todavía queda espacio para que alguien se lance de lleno a la exploración de selvas emocionales enmarañadas de vegetación. Si no, que le pregunten a los que hayan disfrutado de “El Discurso de Navidad”.
Después de “In Memoriam”, Cristina Bodelón y Nacho de Vicente dirigen una de esas historias que se anudan en el estómago. Si todavía no habíais escuchado sus nombres, comenzad a memorizarlos. Intensa y perturbadora, la trama de “El Discurso de Navidad” nos acerca a la figura de Lucía, una joven que regresa a casa por Navidad. El reencuentro con su novio y amigos la obligarán a hacer frente a las razones por las que se marchó de su ciudad natal, precipitando el viaje a los infiernos de Lucía.
Mar del Hoyo y el chico de moda de nuestro cine, Daniel Grao, comandan un reparto en el que no faltan Gorka Lasaosa, Teresa Soria y Mariana Cordero. Todos ellos se sumergen en un viaje que no deja de encandilar al público en las decenas de Festivales que no han podido resistirse a la insana y lírica propuesta del sensacional cortometraje. Todavía queda espacio para la originalidad y para salvar este 2016. Todavía nos queda “El Discurso de Navidad”.