Hay veces que el público se comporta de forma incomprensible. Como todos sabemos ya, “Ben-Hur” se ha comido una leche de esas que hacen época. No se trata de uno de esos casos en los que una cinta regularcilla es incapaz de conectar por el público, sino que el fracaso de “Ben-Hur” está merecidamente sustentado en una propuesta creativa francamente pobre. Poco o nada se salva de un despropósito de película.
Efectivamente, la revisión de la emblemática novela ha ido contando por fracasos los estrenos en todos los mercados del mundo. Sin embargo, el estreno en España resultaba más que sorprendente al lograr el primer puesto de la taquilla nacional. Cierto es que las cifras no eran apabullantes y que durante su segundo fin de semana, el descenso era más que notable. Sin embargo, los 1,8 millones de euros acumulados prometen terminar en una cifra cercana a los 2,5 millones convirtiendo nuestro mercado en uno de los territorios más propicios para el filme.
¿Por qué los españoles vemos Ben-Hur? Seguramente, la desconexión de los últimos días del verano hayan provocado que muchos acudan a las salas movidos por el romanticismo y el recuerdo de Charlton Heston. Del mismo modo, los estrenos de estas últimas semanas carecían de la potencia necesaria, quedándose desierta la nómina de “taquillazos”. De hecho, este segundo fin de semana de septiembre se ha convertido en el más flojo de todo el año. En cualquier caso, sorprende que “Ben-Hur” pueda alcanzar las cifras de la última cinta de Woody Allen.
Tal vez porque no nos hemos dejado convencer de que sea tan mala; tal vez porque el personaje principal evoluciona, es más vulnerable, menos “más grande que la vida” y capaz de generar ternura; tal vez porque la batalla naval desde la óptica del remero sea magnífica o porque la carrera de cuadrigas desde la óptica del auriga también; tal vez porque se le ha quitado magnificencia y se le ha añadido sencillez; tal vez porque termina con esperanza; tal vez porque se haya comprendido que no es una película épica sino una historia dramática con secuencias épicas; tal vez porque en España seamos así, y me encanta.
No es que Ben Hur 2016 sea una mala película del todo. Tiene sus méritos y se entiende el mensaje cristiano que quiere transmitir en un tiempo en el que prima más la venganza que el perdón, el odio más que la verdad y en donde cada vez más necesitamos acercarnos a un Dios de amor, de misericordia, que como en Ben Hur, se acerca al hombre cuando está más sediento de encontrar en Él la fuente que sacie su hambre y su sed que se manifiesta de muchas formas en un mundo que está olvidando el verdadero rostro de Dios. Lo que sucede, y se ha dicho hasta la saciedad, existen producciones que al ser iconos son casi que intocables y cuando se propuso esta nueva versión en muchos ha quedado el recuerdo de una de las mejores películas de la historia: Ben Hur de 1959. Una gran película que se hizo en una época que fue floreciente en la industria, y en donde de alguna forma, el mundo en esa época, creo, miraba a Dios con ojos más respetuosos. De allí que en muchas películas religiosas de esa época no se mostraba el rostro de Jesús precisamente por el respeto que se tenía al Señor. Hoy en día las cosas son diferentes y de allí la importancia de volver a replantear nuestra fe y nuestros valores con producciones como esta. Ben Hur de 1959 es una película hermosa y grande que ya tiene su puesto en la historia del cine y tocó fibras especialmente en aquellos que la tienen en un lugar destacado y que hasta fue seleccionada por la National Film Preservation Board para ser conservada en su National Film Registry por ser un filme “cultural, histórica o estéticamente significativo”. Me parece importante que productores como los que hicieron esta Ben Hur de 2016, y la serie “la Biblia”, entre otras, tomen temas también actuales para transmitir el mensaje cristiano que tanto le hace falta hoy al mundo, especialmente a las nuevas generaciones que vendrán. Es una fórmula que puede funcionar. El mensaje de Jesús nunca pasará de moda, mientras que las películas sí.
Tal vez el Ben-Hur del 59 merezca ser conservado, pero es curioso porque en su día, la crítica especializada dijo de ella: “larga”, “aburrida”, “con profundos baches en el ritmo narrativo”, “el peor trabajo de su director”. A mi siempre me encantó, y me crié viéndola en cine, pero Ben-Hur 2016 también me ha gustado y me parece una película digna de ser vista sin prejuicios. La de Wyler siempre estará ahí, pero, tal vez con el tiempo, como le paso a la del 59, esta de Bekmambetov consiga ser tratada con más justicia de lo que se está haciendo hoy. Me alegraría comprobarlo.