Parece que el año cinematográfico se reduce a cuatro docenas de películas que, con su machacona campaña, acaban convenciéndonos de que no hay cine más allá. Hay que reconocer que a veces funciona, pero este 2016 ha dejado ver las costuras de la industria por todas partes. No sabemos si es que las grandes producciones ya no sorprenden, si hay falta de originalidad o si el público se ha cansado de que le tomen el pelo, pero lo cierto es que los grandes estrenos se cuentan por decepciones de crítica y público.
Esta situación nos ha llevado a desarrollar una teoría probablemente equivocada. La sensación de que el cine está perdiendo la capacidad de llegarnos al alma se hace dolorosa, pero lo cierto es que se nos olvida que hay muchas películas más allá de esas cinco o seis que nos encontramos repetidas en todos los cines cada vez que miramos las carteleras.
Se llama “Captain Fantastic”, está ya en nuestras carteleras y es uno de los ejercicios cinematográficos más hermosos de los últimos tiempos. Ben es un padre que ha pasado diez años viviendo en los remotos bosques situados al noroeste del Pacífico criando a sus seis hijos. Sin embargo, un día la familia debe abandonar su modo de vida en la naturaleza y volver a la civilización. Asimilar su nueva situación y adaptarse de nuevo a la sociedad moderna no les va a resultar nada sencillo.
Protagonizada por esa inusual estrella del cine llamada Viggo Mortensen, “Captain Fantastic” se reviste de aires independientes para plantar ante nuestras narices una de esas películas con encanto. Ágil, conmovedora e inteligente, no se trata de una de esas películas que se encuentran en todos los cines, pero es una oportunidad única de salir de una sala reconciliado con el séptimo arte.