Coincidiendo con la Fiesta del Cine, el público vuelve a clamar contra el precio de las entradas en las salas. No es de extrañar, ya que a la módica cantidad de 2,9 euros se consigue que todas las salas de cine de España llenen sus sesiones durante tres días. Un razonamiento rápido y simplista nos llevaría a pensar que la gente no consume cine por una mera razón de precio, pero lo cierto es que el problema se antoja mucho más profundo.
Acerquémonos a alguna de las grandes capitales españolas en un fin de semana. Tanto en las noches de viernes, como de sábado (ahora se incorporan los jueves), las calles se encuentran atestadas de millones de personas (si, si. Millones) disfrutando del ocio nocturno en bares, pubs y discotecas. Evidentemente, a todos nos gusta aprovechar estas propuestas, ya que España nos ofrece una sensacional oferta en este ámbito. Así, quien más y quien menos, acabamos tomándonos un par de copas con nuestros amigos. Como todos sabemos, el precio de tales consumiciones suele moverse entre los 6 y los 10 euros, dependiendo de la calidad del alcohol ofrecido. De hecho, no son pocos los lugares en los que el precio se dispara por encima de esa cantidad.
¿Qué tiene que ver esto con el cine? Pues resulta llamativo que la gente considere abusivo pagar de 6 a 10 euros por una entrada, mientras que hacerlo por un gin tonic resulte de lo más normal y asumible, en varias ocasiones, cada fin de semana. Puede que tengamos que empezar a plantearnos que tenemos un problema en nuestra escala de valores de ocio.
Evidentemente, no vamos a ser nosotros los que digamos que el cine es barato. De hecho, el coste de palomitas o bebidas roza lo delictivo. Claro está que 10 euros es una cantidad excesiva por una entrada de cine. Especialmente gravoso resulta en casos de familias de varios integrantes y con una única fuente de ingresos. De eso no cabe duda. Pero igualmente impresentable es pedir que las entradas sean, a diario, a 2,90 euros. Hacer películas es caro. De aplicar este precio en todo el mundo, el cine quedaría herido de muerte. Cierto es que pagar 6 o 7 euros se antoja una cantidad aceptable por ver una película en vez de esos 9,5 tan habituales. También conviene recordar que la mayoría de los cines ofrecen precios cercanos a los 5 euros cada miércoles y que el abanico de ofertas y promociones comunes en casi todas las cadenas facilita el acceso por módicos precios.
Queridos amigos, el cine es caro, pero cuesta lo mismo que un gin tonic.