10. Al final del túnel: Con un perfil más bajo que la mayoría de estrenos del verano, “Al final del túnel” se los ha comía a todos con patatas. Thriller de esos que te hacen clavar las uñas en la butaca, la cinta se revela como un ingenioso trabajo capaz de mantener una poderosa intriga y de cerrar con un final más que glorioso. Impresionante salto de calidad de Rodrigo Grande con una película imprescindible.
9. Elle: Paul Verhoeven nunca dejará de sorprendernos. El responsable de Robocop, Desafío total o El Libro Negro es uno de esos creativos a los que el tiempo colocará en el lugar de honor que merece. La venganza fraguada por ese fenómeno de la naturaleza llamado Isabelle Huppert bien podría acabar con un puñado de nominaciones al Oscar en la próxima edición. Cinta imprescindible de un director imprescindible.
8. Que Dios nos perdone: Tanto en clima, como en construcción de personajes y trama, Que Dios nos perdone vuelve a demostrar que la industria española es una de las más destacadas de todo el planeta. De hecho, casi podría decirse que sólo Francia es capaz de competir en calidad con las películas que se están facturando en nuestro país. Rodrigo Sorogoyen nos ofrece una cinta en la que Antonio de la Torre y Roberto Álamo están que se salen.
7. Sully: Teniendo en cuenta que estamos ante una cinta que toma como base un accidente aéreo (Sully preferiría decir que no fue un accidente, sino un aterrizaje en el Hudson), sorprende que Eastwood apueste por semejantes dosis de sobriedad. Sully es la intimidad del héroe. Las dudas, miedos y fantasmas de un tipo normal encumbrado por millones de personas. Ahí es donde entra la mirada de un Tom Hanks que tiene la mayor virtud que un actor puede atesorar: Es creíble en cualquier papel que haga. Clint Eastwood a enorme nivel
6. Deadpool: Lo que ha hecho esta gente tiene mucho mérito. Coger a un antihéroe no demasiado conocido por el gran público, desfigurarlo y que encima sea un gañán no parece algo demasiado cercano a la impecable moral que siempre hemos entendido propia de los superhéroes. Este tipo es irreverente hasta niveles desconocidos, ama la violencia gratuita y es un gilipollas de manual. Pero ahí radica el encanto de “Deadpool”. El hecho de que comparta todo ello con un espectador al que se dirige de forma directa es ya la guinda de un divertimento sin parangón.