Puede que algunos todavía no se hayan dado cuenta, pero este 2017 se nos ha presentado con una de esas cintas que nos recuerdan por qué estamos enamorados del cine. Tras un 2016 desastroso, las últimas semanas del año nos ofrecían un interesante cambio de tendencia con cintas del calibre de La Llegada, Animales Nocturnos o la propia Rogue One. Así íbamos caminando hacia un arranque de 2017 que no podría haber sido más ilusionante.
Vale que, si nos ponemos exquisitos, Comanchería llegó a nuestras pantallas el 30 de diciembre, pero la sensacional película se plantará delante de la mayoría de espectadores en este nuevo año. De hecho, todos los que elijan la cinta de David Mackenzie como la cinta con la que estrenar el año no tardarán en darse cuenta de que su elección ha sido gloriosa. Y es que este western moderno es cine en esencia pura.
Un padre divorciado y su hermano ex-convicto recurren a un desesperado plan para poder salvar la granja familiar, en el oeste de Texas. Este pasa por robar varios bancos antes de que termine el plazo para el embargo. Así se presenta una cinta de sombreros calados, pistoleros y nostalgia emocional. La lírica sucia del guión de un Tyler Sherindan (Sicario) se encuentra con la mano de un director que transforma el libreto en un pasillo entre la moralidad y la tensión.
A estas alturas ya no es ninguna novedad el que Jeff Bridges o Ben Foster se marquen interpretaciones sublimes, pero lo que resulta toda una revelación es el salto de calidad de un Chris Pine al que llevábamos tiempo esperando. Comanchería la forma más exquisitamente amarga de empezar el año.