Han sido unos años duros. Pese a ser una de las grandes figuras del cine de las últimas décadas, Hollywood se la tenía jurada a Mel Gibson. Las constantes polémicas y salidas de tono del actor y director no son del tipo de cosas que guste entre los peces gordos de la industria. Esos detalles suelen ser cianuro para la taquilla, lo que supone mala carta de presentación. si a eso le añadimos los comentarios antisemitas de Mel, tampoco extraña que un sector plagado de judíos decidiese darle la espalda.
Han pasado más de dos décadas desde que la Academia de las Ciencias y las Artes de Hollywood decidiese premiar al, por aquel entonces, ojito derecho del público. Braveheart lograba el Oscar a la Mejor Película y Mel Gibson se alzaba con el galardón al Mejor Director. Desde entonces, la relación no hacía más que deteriorarse hasta tocar fondo con La Pasión de Cristo. Daba igual lo que hiciese Mel, porque estaba totalmente sentenciado.
Así nos plantábamos en las nominaciones al Oscar del pasado martes. Ese día, la reconciliación entre Mel Gibson y Hollywood se sellaba definitivamente. La Academia decidía perdonarle a bese de candidaturas. Hasta seis nominaciones lograba la sensacional Hasta el último hombre, incluida la de Mejor Director para el chico malo de la industria. De hecho, su película encontraba acomodo entre las aspirantes a alzarse con el máximo galardón.
Visto lo visto, parece que se abre una nueva era en la carrera de ese visionario director llamado Mel Gibson. Esperemos que no vuelva a enfadar a nadie a corto plazo…