Nota: 7,5
Hay quien nace con el don de contar historias. Dentro de ese abanico de creativos, todos suelen inclinarse hacia algún género en función de sus conexiones cerebrales y espirituales. Pese a que muchos se empeñasen en enterrarlo cuando todavía lucía vigoroso, lo cierto es que M. Night Shyamalan es uno de esos tipos, y el suspense, su género predilecto.
El tipo que imaginó El Sexto Sentido no luce cuando trata de ser otra persona. Carece de las 23 personalidades distintas que tiene James McAvoy en Múltiple. Shyamalan sólo tiene una, pero es tremenda. En ese magnífico terreno que comparten el suspense, thriller y el terror, el director hindú se desenvuelve como pez en el agua. El arte de inquietar no tiene secretos para él, lo que queda más claro que nunca después de ver Múltiple.
Puede que desde su opera prima, Shyamalan no haya conseguido un éxito similar. Y es que Múltiple resulta absolutamente seductora. Tiene el atractivo de ese cine que, al cabo de unos minutos, hace que te preguntes si estabas respirando. Es ahí cuando coges una profunda bocanada de aire para enfrentarte a la tensión que sobrevendrá, porque Múltiple no permite más descanso que ese.
Como en sus mejores trabajos, M. Night Shyamalan desarrolla a la perfección esa sombra simbólica con la que ya tiene casi todo ganado. Una amenaza desconocida flota en el ambiente y, durante gran parte del metraje, el objeto no es otro que el de alimentarla con el firme objetivo de menoscabar nuestro ánimo ante la promesa de una fatal irrupción. Las 22 personalidades de Kevin funcionan, casi todas, a tal efecto. Nuestro temor es encontrarnos con la salvaje y dominante personalidad 23. La carrera por la supervivencia de las tres chicas que ha raptado se vuelve cada vez más agónica a medida que intuimos la cercanía de la sombra.
La principal virtud de la película más madura en la carrera del director es que ya no se juega todo a un final impactante. Ahora se puede permitir el lujo de que el clímax final pierda relevancia, ya que lo vivido anteriormente compensa casi cualquier resolución. Shyamalan se ha dado cuenta de que un final glorioso es la monda, pero siempre que vaya precedido por un metraje acertado. Múltiple supone ese paso necesario y que tanto esperábamos de un tipo que, cuando desentumece sus músculos, tensiona los nuestros.
Héctor Fernández Cachón