Algo estamos haciendo mal. No vamos a ponernos ahora románticos y a decir que todo lo nuevo es negativo, pero lo que está claro es que se nos está escapando la identidad entre los dedos. Cuando viajamos al centro de cualquier ciudad avanzada, resulta casi imposible distinguir rasgos del lugar. Ya sea Nueva York, París o Madrid, las mismas tiendas y carteles se han adueñado de espacios que antes eran de lo más variado. De no ser por los idiomas, todo sería igual.
Unas de las víctimas más ilustres de semejante ola han sido los cines. Las grandes ciudades han asistido al continuo cierre de salas, lo que se llevará por delante a un cine tan mítico como el Palafox. El centro de Madrid pierde su hermosísima y descomunal sala de 850 butacas tras 55 años de exhibición. Al menos, el hecho de que el grupo Yelmo se haya hecho con el recinto hace sospechar que, tras su cierre el próximo 28 de febrero, asistiremos a un proceso de reformas y reapertura por parte de la cadena.
¿Cómo se despedirá el cine Palafox? Pues con la exhibición de un ciclo de grandes clásicos que comenzará el 20 de febrero y que culminará la noche del 27 con la proyección de Casablanca. Mejor final, imposible.
Que pena era un cine precioso. Espero que su espíritu permanezca si es que lo van a comprar los de Yelmo al menos se seguirá respirando cine