El pasado 2016 comenzó a dejar claro que algo había cambiado entre el gran público. Cansados de que nos tomasen por idiotas, los espectadores comenzamos a darle la espalda a superproducciones sin ninguna clase de historia y facturadas con piloto automático. Encima, películas como Deadpool dejaban claro que la fórmula de explosiones y ruido ya no era suficiente. El público premiaba el riesgo y la originalidad, lo que ha terminado por confirmarse con Logan.
Con sus 95 millones de dólares de presupuesto, la mitad que el resto de películas de idéntico perfil, la despedida de Hugh Jackman como Lobezno se plantaba en las carteleras de todo el planeta hace pocos días. Oscuro, plagado de nostalgia y con aires de western crepuscular, la cinta cautivaba al instante a crítica y público. El resultado no es otro que una película magnífica, lo que los espectadores están sabiendo premiar con una recaudación a la altura. Basta con decir que diez días en cartel le han bastado para igualar los 150 millones que X-Men: Apocalipsis logró como resultado final en suelo americano.
Con una larga vida comercial todavía por delante, Logan ya se ha plantado en unos increíbles 440 millones de dólares recaudados alrededor de todo el planeta. O mucho cambia la cosa, o el récord de 783 millones dentro del universo X-Men logrado por Deadpool está cerca de caer. Otra calificación R, otra apuesta arriesgadísima, otra inversión económica “modesta” y otro gran éxito. El cine de superhéroes ha cambiado de nuevo y el que no tenga la audacia suficiente para verlo terminará condenado al olvido.