Netflix ha vuelto a hacerlo. Durante estas últimas semanas, el efecto bola de nieve ha comenzado a producirse alrededor de una de sus últimas apuestas. Hace unas semanas, la plataforma de streaming estrenaba Por trece razones, una serie que se plantaba ante el gran público sin el ruido habitual en las campañas promocionales de Netflix. Nadie podía imaginar que sólo necesitase unos días para empezar a convertirse en tema de conversación habitual entre seriéfilos de todos los puntos del planeta.
El adolescente Clay Jensen vuelve un día a casa después del colegio y encuentra una misteriosa caja con su nombre. Dentro descubre una cinta grabada por Hannah Baker, una compañera de clase por la que sentía algo especial y que se suicidó tan solo dos semanas atrás. En la cinta, Hannah cuenta que hay trece razones por las que ha decidido quitarse la vida. ¿Será Clay una de ellas? Si lo escucha, tendrá oportunidad de conocer cada motivo de su lista.
Drama y suspense de glorioso nivel se unen en una serie cuya puesta en escena no le anda a la zaga. Con la capacidad de absorción de las grandes series, Por trece razones comienza a atraparte con su apuesta por esa fórmula de tomarse en serio unos conflictos adolescentes que solemos tomar en broma cuando abandonamos esa etapa de la vida, pero que lo son todo en esos días. De hecho, el suicidio de la joven ahonda en esa idea de que bien conviene atender los problemas de esos niños en transición a convertirse en adultos.
Dylan Minnette y Katherine Langford son las dos figuras alrededor de las que gira una trama adictiva que deberías estar viendo ya.