Es francamente raro encontrar algún año en el que no nos regale dos o tres películas. Gary Oldman es un actor prolífico. En treinta años de carrera, su filmografía supera los sesenta trabajos. Lo que pasa es que lo suyo no es una de esas fiebres que sufren actores como Nicolas Cage o el Robert de Niro de los últimos tiempos. Salvo extrañas excepciones, Gary Oldman siempre se embarca en cintas con un mínimo de interés y, como todos sabemos de sobra, clava cualquier papel que caiga en sus manos.
Efectivamente, Gary Oldman trabaja mucho porque es pero que muy bueno. Al borde de los 60 años, resulta casi imposible no caer rendidos a cualquier interpretación de este carismático londinense. Como ocurre con tipos como samuel L. Jackson o Harrison Ford, su trabajo siempre es impecable y el público no es ajeno a ello, pero los premios siempre se olvidan de su nombre. De hecho, lo realmente llamativo es que se trata de un auténtico monstruo de la interpretación.Uno de esos tipos que se ganan un lugar en la historia entre los más grandes.
A muchos les sorprenderá pero lo cierto es que un par de premios BAFTA son el máximo reconocimiento que Gary Oldman ha conseguido en su carrera. Junto a estos galardones, la nominación al Oscar de 2011 por El Topo se convertía en el pobre homenaje de la Academia a tan brillante intérprete. Poco importa, ya que estamos ante el actor de Drácula, de Bram Stoker, Sid y Nancy, El clan de los irlandeses, JF.K., El profesional (León), Harry Potter o Batman. Que levante la mano el que pueda igualar eso…
Es magnífico, me encanta!!!! Y era guapísimo!!!!