Estábamos tardando en encontrar un foco de debate como mandan los cánones. Este 2017 nos estaba ofreciendo cine de todas las formas y colores, pero todavía no teníamos un proyecto de esos que logran enfrentar a medio mundo contra la mitad restante.
Hace unos días nos hacíamos eco de que las primeras críticas de Valerian y la ciudad de los mil planetas eran realmente entusiastas. De hecho, se hablaba de auténtica obra maestra. Las preocupaciones alrededor de la inmensa producción de Luc Besson parecían esfumarse, pero poco ha durado la paz. Con los pases de prensa del filme realizados ya en varios países, las opiniones se dividen entre los que consideran que el director francés ha hecho una auténtica obra de arte o una chufa absoluta.
Efectivamente, como ocurría con Batman v Superman (la cinta más polémica del pasado año) parece ser que no existe término medio. Valerian y la ciudad de los mil planetas se adora o se odia con toda el alma. En pocas semanas comprobaremos si somos de uno u otro grupo.
A través de una máquina del tiempo, los agentes terrícolas Valerian y Laureline están explorando Syrte, el principal planeta de un sistema de 1000 mundos. Su misión es descubrir si en el futuro los Syrtians representan un peligro para la Tierra. Lo que encuentran es un imperio en ruinas liderado por un grupo de aristócratas decadentes, la población lista para la revolución, y una misteriosa casta de sabios enmascarados que discretamente mueve los hilos de unas fortalezas ocultas. Agitados por los vientos de la historia, los agentes de la Tierra deberán elegir de qué lado están.