Para gustos, los colores. No vamos a ponernos ahora dignos, ya que esto del cine tiene la virtud de que está condicionado a estados de ánimo, gustos y un sinfín de circunstancias que funcionan como condicionante. Sin embargo, a día de hoy se nos hace bastante complicado imaginar que podamos encontrar una cinta este verano capaz de disputarle a Transformers: El último caballero el título de peor película del año.
¿Qué es lo que nos ofrece la quinta entrega de Transformers? Pues, según su argumento, el Último Caballero rompe con el mito original de la franquicia de Transformers y redefine lo que significa ser un héroe. Humanos y Transformers están en guerra y Optimus Prime se ha ido. La llave para salvar nuestro futuro está enterrada en los secretos del pasado, en la historia oculta de los Transformers en la Tierra. Salvar a nuestro mundo está en manos de una alianza única: Cade Yeager (Mark Wahlberg); Bumblebee; un Lord Inglés (Sir Anthony Hopkins); y una profesora de la Universidad de Oxford (Laura Haddock). Hay un momento en la vida de todo ser humano en la que recibimos el llamado para hacer la diferencia. En Transformers: El Último Caballero los perseguidos se convertirán en héroes; los héroes se convertirán en villanos y sólo un mundo sobrevivirá: el de ellos o el nuestro
Sin embargo, todo esto que acabáis de leer podría resumirse en “chatarra intergaláctica dándose de leches de formas calcadas a las anteriores entregas”. La realidad es que el paso del tiempo le está sentando fatal a la franquicia y a su director. Cada película rebaja dramáticamente el nivel de su predecesora, hasta el punto de que el 15% de críticas positivas cosechado por el filme casi se nos antoja excesivo.
Parecía poco probable que Los vigilantes de la playa o La Momia pudiesen encontrar rival para hacerse con el título de peor cinta del año, pero aquí están los Transformers para demostrar que no hay nada imposible…