Hay veces que el cine se vuelve tan sutil y hermoso que llega a desbordarnos. Momentos impagables que vivimos gracias a películas capaces de emocionarnos con cada plano por su belleza y por su alma. Cintas que, como A Ghost Story, nos hacen sentir que el mundo es un poco mejor gracias a su existencia.
Tan pequeñita, como brillante, todos los que nos dejábamos arrastrar a este retrato de la vida y la muerte caíamos rendidos ante una película centrada en la figura de un músico que, tras morir en un accidente de tráfico, vuelve como fantasma a la casa en la que vivía con su mujer. David Lowery (En un lugar sin ley) dirige a Rooney Mara y Casey Affleck en una película que, si todavía no has visto, deberías correr a disfrutar antes de que el olvido termine sepultándola.
A Ghost Story es una película capaz de conmoverte a niveles inimaginables. Es tan extraña, como lírica. Una disección de lo que es, de lo que será y de lo que se perderá en el tiempo. Una canción triste para disfrute de cualquier buen cinéfilo y que descubríamos en un Festival de Sitges 2017 en el que se hacía con el premio a la Mejor Fotografía. En cualquier caso, ninguna de las otras cintas ha conseguido calarnos tan profundo. Obra maestra.