Nota: 4
Si vas a caer, que sea con honor. A la hora de afrontar cualquier trabajo cinematográfico, lo primero que tienes que hacer es marcar un camino y permanecer fiel a sus límites. Nunca es buena idea empezar a buscar otras rutas entre bandazos. El aquí firmante no es, precisamente, un defensor de Batman v Superman. En cualquier caso, lo que no se le podía negar a la controvertida película era su apuesta por un enfoque diferente al de la competencia. De hecho, si la cosa no funcionaba según lo esperado, lo más adecuado habría sido prescindir de Zack Snyder antes de ofrecerle la dirección de Liga de la Justicia.
El cambio por Joss Whedon no ha funcionado. Liga de la Justicia se convierte en un batiburrillo de estilos en el que el caos se adueña de todo. Sin ritmo suficiente como para considerarse simplemente entretenida, la cinta termina perdida y sin rumbo. A tal punto llega el desastre que ni su acabado estético resulta aceptable en varios momentos. Puede parecer imposible, pero llega a verse cutre. Ni el buen hacer de un Flash que apunta maneras puede salvar al filme de la quema.
Liga de la Justicia adolece de uno de los mayores defectos que puede tener un filme de este estilo: causa irrelevancia. Cuando tu apuesta es tan ambiciosa y no consigues un efecto directo en el espectador, algo no ha salido bien. No hay nada que despierte interés en un filme que vuelve a desperdiciar a un villano del calibre de Steppenwolf, convertido en infame bicharraco.
Algo se puede hacer. Wonder Woman marcó el camino, pero Liga de la Justicia ya había tomado su rumbo antes de que DC descubriese la fórmula del éxito. Para ser benévolos, conviene poner de manifiesto que la compañía está apostando por un cambio de política que, a bien seguro, dará grandes resultados a corto plazo. Liga de la Justicia no funciona, pero esperemos que sea la última vez que tenemos que torcer el gesto ante una cinta del universo DC.
Héctor Fernández Cachón