- Crudo:El canibalísmo como excusa para hablar de un millón y medio de cosas. Justine, una joven de 16 años, vive en una familia donde todos son veterinarios y vegetarianos. Es una estudiante brillante y prometedora, pero al ingresar en la facultad de veterinaria descubre un mundo decadente, despiadado y peligrosamente seductor. Durante la primera semana, obsesionada por encajar con sus compañeros de clase, se aleja de los principios que le han inculcado su familia, y come carne cruda por primera vez. Las consecuencias no tardan en llegar, y la joven empezará a desvelar su verdadera naturaleza.
- Verano 1993:No nos cansamos de decir que es una de las cintas más brillantes y hermosas de cuantas nuestro país ha dado en los últimos años. Frida (Laia Artigas), una niña de seis años, afronta el primer verano de su vida con su nueva familia adoptiva tras la muerte de su madre. Lejos de su entorno cercano, en pleno campo, la niña deberá adaptarse a su nueva vida.
- Wonder Woman:El cine de superhéroes y el universo DC se encontraban con que una superheroína podía convertirse en protagonista absoluta del filme y arrasar entre crítica y público. Y es que Gal Gadot y su Wonder Woman resultaban una de las sorpresas más gratas del género en los últimos años. a base de apostar por un “menos es más”, el filme lograba emoción y épica a partes iguales. Sensacional.
- Baby Driver:Edgar Wright no es de los que decepcionan, lo que quedaba nuevamente de manifiesto en una película que, encima, resultaba ser la mejor de su carrera. Baby (Ansel Elgort), un joven y talentoso conductor especializado en fugas, depende del ritmo de su banda sonora personal para ser el mejor en lo suyo. Cuando conoce a la chica de sus sueños (Lily James), Baby ve una oportunidad de abandonar su vida criminal y realizar una huida limpia. Pero después de ser forzado a trabajar para un jefe de una banda criminal (Kevin Spacey), deberá dar la cara cuando un golpe malogrado amenaza su vida, su amor y su libertad.
- Blade Runner 2049: Hay caso, hay seducción y hay un mensaje de una potencia descomunal. Blade Runner 2049no es Blade Runner, pero tampoco lo pretende. Hay un tema y un trasfondo que se aborda desde un punto de vista audaz y elegante. Detrás de un acabado sublime e hipnótico nos encontramos con que nuestro cerebro reflexiona a la velocidad de la luz. Ese es el objetivo de una cinta consciente de que no se puede igualar la sutileza de la sugerencia y la emocionalidad desbocada con la que nos despacha la obra maestra de Ridley Scott.