Siempre ha sido uno de los ojitos derechos de la Academia, pero los últimos meses han sido para olvidar. Alexander Payne es uno de esos tipos cuyo trabajo siempre encanta en el seno de Hollywood. No se les puede culpar, ya que el talento de este tipo es inconmensurable. Mucho tiene que agradecerle la industria a un hombre capaz de hacer taquillazos de cine independiente. Y es que Payne nunca ha abandonado su personal estilo.
Desde hace casi 20 años con la sensacional Election, su nombre siempre había aparecido en los Oscar. De hecho, sus tres últimos filmes lograban la nominación a Mejor Película (Entre Copas, Los Descendientes y es obra magna titulada Nebraska). Así, todos esperábamos que el éxito se repitiese con Una vida a lo grande, pero nada más lejos de la realidad.
Paul es un hombre que se da cuenta de que tendría una vida mucho mejor si encogiese, pues todo lo que necesita en la vida lo tendría igualmente pero en abundancia. Así que decide reducir enormemente su tamaño, ahora que la tecnología lo permite.
Con ese argumento y un repartazo liderado por Matt Damon y Christoph Waltz, la cinta se plantaba en los cines a finales del pasado 2017. Pese a no perder el favor de la crítica, lo cierto es que Alexander Payne se quedaba lejos de su mejor versión. Lo pero de todo era que el público le daba la espalda de forma brutal. de los 68 millones de dólares (más coste de promoción) invertidos en la película, la taquilla solo devolvía 38. Encima, los Oscar se olvidaban por completo de ella, convirtiéndola en el primer patinazo de una carrera excelsa. Esperemos que se trate de un simple traspiés.