Pasada la sorpresa inicial, es el momento de valorar. Sin que nadie sospechase nada, Netflix lanzaba The Cloverfield Paradox justo tras la finalización de la Super Bowl. La tercera entrega de la saga Cloverfield se plantaba en la parrilla de la plataforma de streaming para sorpresa de propios y extraños. Así, todos corríamos a comprobar si la cinta estaba a la altura de la sensacional segunda entrega.
Con la Tierra en guerra y en mitad de una crisis energética, un equipo de astronautas se encuentra en el espacio tratando de dar con una solución a los problemas del planeta. Pero durante una maniobra fallida, quedan flotando sin saber muy bien qué o cómo volver a su lugar de origen, y las cosas dentro de la nave ocultan una realidad mucho más terrorífica. Es lo que tienen los experimentos…
Así se presentaba un filme cargado de buenas intenciones, pero torpemente ejecutado. Sin riesgo a equivocarse, The Cloverfield Paradox se convierte en la peor película de una saga que prometía mucho más. Ya no es que la cinta tenga un argumento algo pobre y que carezca de la tensión que cabría esperar, sino que encima se desaprovecha un plantes de actores más que interesante. El buen hacer de Daniel Brühl y compañía queda ensombrecido por un guión plagado de lugares comunes y sin demasiados sobresaltos. La tensión habitual de la saga Cloverfield desaparece de un plumazo en 100 minutos para olvidar…