Secretos de cine: ¿Cómo se simulan los disparos en el cuerpo?

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Qué sería del cine sin los tiroteos… La historia del séptimo arte está plagada de momentos inolvidables con ráfagas de balas de por medio. Desde “Terminator” hasta “Malditos Bastardos” pasando por “Salvar al soldado Ryan“, los momentos de fuego han ido ganando en realismo progresivamente. Ciertamente, a los primeros instantes de la historia del cine no se les puede acusar de tal falta de realismo, ya que se contrataba a tiradores expertos para que lanzasen ráfagas de proyectiles contra el decorado, pero los fallos de seguridad se hacían evidentes al rebotar las balas por todas partes.

Con el paso de los años se iría patentando un sistema que todavía hoy es el que más adeptos tiene. La configuración digital de los decorados con disparos todavía tiene una competidora, sobre todo en lo referido a los disparos sobre actores. Se trata de pequeñas cargas explosivas detonadas con diminutas baterías. A estas se les añade bolsitas de látex rellenas de sangre falsa para convertir cada disparo en una experiencia auténticamente real.  ¿Os acordáis de la muerte de Sonny Corleone (James Caan) en “El Padrino“?

Si lo que se pretende es clavar una flecha en los personajes, la cosa es bien distinta. Nuevamente a las técnicas digitales se les une el efectivo sistema tradicional. Según este, el proyectil avanza por un alambre hasta clavarse en una almohadilla de corcho pegada a una placa en el cuerpo del actor en cuestión. No lo probéis en casa…