La industria del cine es un sector cuyo funcionamiento parece sencillo, pero que supone un campo desconocido para el gran público. Estamos acostumbrados a realizar un cálculo sencillo para distinguir éxitos de fracasos, pero que estos días estamos descubriendo que el asunto es mucho más complejo de lo que imaginábamos.
Cogemos la recaudación, le restamos el coste de la producción y ya sabemos la pasta gansa que los responsables de la película se van a repartir. Parece sencillo, pero no lo es tanto. En un reciente artículo lanzado por DC, lo que se nos ha mostrado es que el beneficio de una cinta depende de varios factores tales como el coste de la producción, distribución, promoción y distribución.
Veamos, por ejemplo, el caso de Escuadrón Suicida. La película costaba 175 millones de dólares y terminaba recaudando 745. Esto arrojaría unos impresionantes 570 millones de beneficios sobre el papel, pero nada más lejos de la realidad. La cinta se dejaba 156 millones en marketing y distribución sólo en estados unidos, a los que se le añadían otros 89 en concepto de sueldos de actores y productores que habían decidido capitalizar los mismos. Esto arrojaría unos beneficios netos de 334 millones, sin entrar en la inversión en marqueting del resto del mundo. Visto lo visto y sin contabilizar unos beneficios que podrían ser levemente inferiores en lo referido al lanzamiento de la película en formato doméstico, un exitazo económico como Escuadrón Suicida habría logrado unos beneficios en cines cercanos a los 200 millones.