Barcelona, siglo XIV. Bajo la Corona de Aragón, la ciudad condal se encuentra en su momento de mayor prosperidad y los habitantes del humilde barrio de pescadores de la Ribera deciden construir, con el dinero de unos y el esfuerzo de otros, el mayor templo mariano jamás conocido: la catedral Santa María del Mar. Mientras se construye el edificio, Arnau Estanyol va creciendo y descubriendo Barcelona.
Muchas eran las expectativas que habíamos puesto en La Catedral del Mar. El hecho de adaptar una novela de tanto éxito, el descomunal presupuesto y la buena tendencia de las ficción televisiva nacional últimamente hacía pensar que la serie iba a ser una maravilla, pero nada más lejos de la realidad. Parece que los responsables de la serie han caído en los viejos errores. Cierto es que es fiel a la obra literaria, pero eso no siempre es un acierto. Y es que la adaptación requería de una agilidad en ciertos elementos de la trama que no aparece por ninguna parte, volviéndolo todo demasiado espeso.
Pese a momentos intensos y algún pasaje en el que lo visual luce, lo cierto es que La Catedral del Mar se ve cutre. Puede que el presupuesto fuese elevado, pero lo cierto es que una historia de esta índole requería de más. Un problemón eso de no creerte lo que ves en ningún momento…
Por lo pronto, el reparto es lo único que se libra en una serie que supone un paso en el camino de la ficción nacional hacia la edad de oro de las series.