No malinterpretéis nuestras palabras, por favor. Tom Cruise es uno de los grandes actores de las últimas décadas. Nadie va a discutir que muchas veces se pone en modo “molar” y no hay comparación. El protagonista de Top Gun, El Color del Dinero, Misión Imposible, Magnolia, Jerry Maguire o Nacido el 4 de julio es uno de esos tipos con una filmografía tal larga y brillante que nos daría para hablar de ella durante semanas enteras. Casi nos atreveríamos a decir incluso que un Oscar habría sido merecido premio para semejante estrella.
Dicho esto, hay algo inquietante en la figura de Tom Cruise. No podemos fijar el momento exacto, pero en algún momento de su vida dejó atrás esa figura de tipo amable y con infinita sonrisa, para convertirse en el tipo amable de infinita sonrisa que parece esconder algo todo el tiempo.
Puede que el primer punto de fricción sea la pertenencia de Tom Cruise a la Iglesia de la Cienciología. Para muchos, Cruise se pasa la vida abanderando lo que se considera una secta extraña y oscura. Pese a lo extendido de la misma, la Cienciología sigue dándonos cosica cuando escuchamos su nombre. Desde 1986, el actor es el miembro más famoso de una organización que parece regir su vida y que, entre otras cosas, se opone a la homosexualidad. De hecho, por todos es sabido que se hacían castings para elegirle una pareja adecuada.
Otro de los detalles que no nos gustan de Cruise viene ligado a su ruptura con Nicole Kidman. Tras una larga relación, el actor solicitaba el divorcia justo un mes antes de cumplir los 11 años de casados. La cosa tendría demasiada importancia de no ser por el hecho de que el acuerdo prenupcial de la pareja recogía que, al cumplir los 11 años de matrimonio, los bienes de ambos pasarían a ser comunes.
Cierto es que la separación de Katie Holmes también fue oscura. De hecho, la joven actriz cogía un día al bebé de ambos y volaba a otro estado del país con el objetivo de solicitar el divorcio en un lugar donde pudiese garantizarse la custodia de la pequeña por las leyes del lugar. Pero la verdad es que mucho más inquietante fue su declaración de amor en el programa de Oprah.
Tom Cruise mola, pero algo tiene de raruno…