Como todas las rupturas, ha sido dolorosa. Cuando Zack Snyder se incorporó al universo cinematográfico de DC, todo apuntaba a que estaría bastante liado durante más de una década. Warner Bros. decidía colocar en sus espaldas el proyecto más ambicioso de los últimos años, pero no tardaba en darse cuenta de que algo no iba bien.
Primero fue El Hombre de Acero, luego Batman v Superman y Liga de la Justicia se convertía en la gota que colmaba el baso. La crítica respondía mal, como también el público. Así, en el momento en que se hizo el pase del primer montaje de Liga de la Justicia en las plantas nobles de Warner Bros., los peces gordos de la compañía decidían despedir a Zack Snyder. Pese a que el resultado ofrecido por Joss Whedon tampoco fue demasiado satisfactorio, lo cierto es que todos tenían claro que Snyder había agotado su crédito.
Así las cosas, una nueva etapa comenzaba en la carrera del director. Una era que ya tiene una primera para: El manantial. La novela de Ayn Rand, publicada en 1943, era llevada a la gran pantalla allá por 1949 de la mano de King Vidor y con Gary Cooper como protagonista. Magnífica película que, sin embargo, no cuajaba entre la prensa especializada y se estrellaba en taquilla.
Howard Roark es un arquitecto vanguardista, ávido de romper con todo lo hecho hasta ahora en los terrenos de la arquitectura. Dominique Francon es una columnista del periódico The Banner de New York que también ama la individualidad y todo lo que libere al hombre de la esclavitud de las ideas. Juntos, pero “separados”, iniciarán una guerra contra el mundo de lo convencional.
Efectivamente, el argumento de El Manantial deja claro que Zack Snyder afronta un cambio de registro brutal dentro de una carrera marcada por superproducciones. Tenemos un nuevo Zack.