Hay un limbo de películas del que no solemos hablar. Cierto es que le hemos dedicado nuestras líneas a producciones que se frustraban por uno u otro motivo. Lo mismo ha sucedido con cintas que morían antes de comenzar su rodaje y otras que, pese a estrenarse en el resto del mundo, nunca llegaban a nuestras salas. Sin embargo, hoy metemos en la ecuación a películas rodadas, pero que jamás llegaban a estrenarse en ninguna parte.
Si hablamos de Nailed seguro que el título no os dice demasiado, pero estamos ante uno de los casos más sorprendentes de la historia del cine. Allá por el año 2008, David O. Russell se ponía manos a la obra con un filme que tenía bastante buena pinta. El director de El lado bueno de las cosas, The fighter o La gran estafa americana arrancaba un proyecto prometedor. Jake Gyllenhaal, James Marsden y una Jessica Biel que se encontraba en su mejor momento eran los protagonistas de una cinta que se filmaba sin inconvenientes, hasta que David O. Russell decidía sacar a relucir su lado más salvaje.
Efectivamente, la mala leche y los ataques de ira del director son conocidos por toda la industria del cine. Así, cuando la filmación de Nailed estaba llegando a su final, David O. Russell decidía largarse. Pese a que los productores contrataban a otro director para terminar la filmación. Desde entonces, siete años pasaban hasta que la película veía la luz. Lo hacía en 2015 y lo cierto es que resultaba una infamia absoluta. Bajo el título de Un accidente llamado amor, esta especie de Frankenstein cinematográfico se plantaba en las salas con un montaje desastroso. Caso increíble.