En Alucine siempre hemos defendido que es muy bonito ir al cine por 3 euros, pero que hay que ser también un poco realistas. Hacer películas es algo realmente costoso y que requiere años de esfuerzo, por lo que resultaría imposible rentabilizarlas a según que precios. Jamás podríamos ver cintas como Vengadores: Infinity War si se pagasen 3 euros por una entrada de cine, pero tampoco joyas como Call Me By Your Name. De hecho, si un gin-tonic cuesta 8 euros en las grandes ciudades españolas (con suerte), una entrada de cine bien los vale.
Dicho eso, hay cosas que nos son de recibo y que provocan una notable pérdida de empatía entre los espectadores. Obviamente, hablamos de la reducción del IVA cultural y de su escaso reflejo en el precio de las entradas de cine. A pesar de que el coste de las entradas es menos, lo cierto es que no tanto como debería. Si el IVA pasa del 21 al 10%, ninguna cifra que no sea fiel reflejo de ese porcentaje puede aceptarse.
A día de hoy, lo cierto es que muy, muy pocas son las salas de cine que han clavado esa bajada (redondeada, claro está). A partir de ahí, la mayoría han disimulado con bajadas irrisorias. Eso por no hablar de que unos cuantos cines de España ni se han tomado la molestia de modificar sus precios.
Así, como cinéfilos, espectadores y amantes incondicionales del séptimo arte no podemos menos que indignarnos y montar en cólera ante una nueva injusticia. No podemos quejarnos de que la gente no va al cine y luego hacer estas cosas.