Hay veces que se nos olvidan las verdaderas razones de nuestro amor al cine. Seguro que todos habéis vivido esas fases en las que parece que no hay ninguna película que consiga entusiasmarte. El anhelo de sentir mariposillas en el estómago se hace más manifiesto que nunca, ya que los cinéfilos somos adictos a enamorarnos. Cierto es que siempre hay relaciones largas y profundamente gratificantes. Casablanca o Sin Perdón nos recuerdan que el amor puede ser magnífico y duradero. Sin embargo, cada vez que compramos una entrada de cine o reproducimos una película en nuestras casas, lo que queremos es flirtear y dejarnos seducir. Terminar embriagado es la máxima aspiración de todo cinéfilo.
Desgraciadamente, el paso de los años provoca que el listón vaya subiendo. Cuando ya has tenido escarceos con cientos de películas gloriosas, cada vez se hace más difícil que un filme te seduzca. Lo que a veces se nos olvida es que el mundo esta lleno de pequeñas joyas del cine que han pasado desapercibidas para muchas personas, pero que pueden calarte hasta los huesos. Eso bien lo saben quienes conocen a Kevin…
En el año 2011, Lynne Ramsay decidía llevar a la gran pantalla la perturbadora novela de Lionel Shriver, Tenemos que hablar de Kevin. El resultado no es otro que un mazazo en las costillas. Desde el primer minuto comienza nuestro infernal paseo junto a una mujer destruida y odiada por todo el mundo que le rodea. Todo es insano en la película, incluidos los fragmentos en flashback de un tiempo que tendría que haber sido feliz para nuestra protagonista. Algo es terrible en la vida de Ana desde el nacimiento de su pequeño Kevin…
Algo duele desde el primer minuto. No está muy claro el motivo de nuestra desazón, pero no podemos dejar de sentir que asistimos a una ruptura de alma.
Con una insana y perturbadora puesta en escena, Tenemos que hablar de Kevin esconde algo tan grande, como oscuro. La mirada de esa enorme actriz llamada Tilda Swinton lo deja claro en cada instante. Detrás de cada parpadeo hay un pozo…
La familia, el amor y las almas errantes son las protagonistas de una película cautivadora. No hay pudor a la hora de entrar en una historia conocida, pero abordada desde un punto de vista siempre obviado y ocultado entre sombras. Tenemos que hablar de Kevin es una de esas película que te dejan embriagado.