Hay ocasiones en las que se nos escapan entre los dedos ocasiones incomparables. No es la primera vez que auténticas joyas cinematográficas aterrizan en nuestras salas para iniciar una aventura que abandonan sin pena ni gloria. Algo que estamos viviendo en estas últimas fechas con esa curiosa cinta cargada de malicia y perfidia llamada Purasangre.
Dos chicas adolescentes de Connecticut reavivan su amistad después de años separadas. Lo que parece una extraña amistad, pronto empieza a derivar en el caldo de cultivo ideal para que ambas puedan demostrar lo que realmente ocultan bajo unos rostros angelicales. Y es que sus lados más extraños y salvajes están a punto de emerger. En el proceso, aprenderán que no todo es lo que parece y que un asesinato solucionaría sus problemas.
Cory Finley es el responsable de una película que te vuela la cabeza. El debutante director no se anda con chiquitas a la hora de proponer una puesta en escena de lo más estridente y radical, al mismo tiempo que explora los caminos más extraños de la dulzura y la perversidad humana. Allí, en medio de todo, Anya Taylor-Joy y Olivia Cooke nos recuerdan por qué son dos de las actrices más prometedoras del planeta. El futuro es suyo. Junto a ellas, el tristemente desaparecido Anton Yelchin, un tipo al que nunca valoramos lo suficiente. Una maravilla más para sumar a su legado esta Purasangre.